Comencemos diciendo que un hábito se forma de la repetición constante de una conducta y una conducta, es la respuesta dada a una necesidad o petición, estas pueden ser internas o externas.
Como padres de hijos en formación, es importante establecer rutinas con procesos constantes y claros para la realización de actividades cotidianas con las que además de fomentar la formación de hábitos, se transmiten y enseñan estilos de comunicación verbal y no verbal, formas de pensar y sentir, valores, objetivos, proyectos familiares, por ello es necesario establecer reglas y acuerdos que indiquen consecuencias positivas y negativas para los involucrados.
Llegada la adolescencia de los hijos es normal que se presenten etapas de crisis de identidad, pues los jóvenes buscan descubrir su manera particular de hacer, decir, pensar y sentir (Esto es una necesidad interna de búsqueda de su lugar en el mundo) es por ello que a veces chocará con los valores inculcados en familia, pues en sus diferentes contextos, ha ido aprendiendo nuevas formas de resolver sus dilemas.
Cuando ese choque es muy fuerte o la oposición muy marcada, como en el caso de familias sobreprotectoras, rígidas, cerradas, el adolescente corre el riesgo de elegir conductas compensatorias, (Peleas, robo, drogas, alcohol, sexo precoz, postergación de tareas, juego violento, apuestas, tristeza, aislamiento) en un intento por liberar frustración, angustia, miedo, culpa, vergüenza sin embargo estas conductas paradójicamente solo le aportaran muy posiblemente más de lo mismo, además de que si los repite con la constancia suficiente, estará formando hábitos destructivos y no funcionales, pudiendo percibirse perdido, sin brújula y sin sentido de vida.
Acompaña a tus hijos con amor a experimentar nuevas formas de hacer, decir, pensar y sentir el mundo, busca hacerlo sin juzgar, contenlo para que logre tomar su lugar en el mundo integrando las enseñanzas transmitidas en casa y las aprendidas en su interacción social, esto posibilitará el fortalecimiento de su identidad, seguridad y confianza, generándole posiblemente que pueda sentirse orgulloso de los lazos que mantiene en familia y los que lo unen a la sociedad.

Maestra en Psicología Clínica Integrativa María Isabel Romero López