Hace unos días la controversial escritora Dahlia de la Cerda, en una columna que buscaba reflexionar sobre nuestra primera mujer presidenta declaró contundentemente que para ella, la sororidad no debería ser un cheque en blanco. Es decir: no tenemos que apoyar a las mujeres solo por el hecho de ser mujeres.
El feminismo, como la corriente política más diversa y vibrante de México, contiene multitudes. Desde quienes se denominan feministas, pero de un feminismo que excluye a las mujeres trans, hasta aquellas cuyo feminismo está profundamente empañado por un clasismo, que muchas también se ha llamado como feminismo blanco.
Como una activista de años me ha tocado experimentar estas batallas de identidad, donde lo importante no son las acciones, sino un batalla campal por quién podrá tomar la bandera del feminismo. Siempre he pensado que esta es una batalla estéril, y que es mejor pensar feminismos en lugar de un solo feminismo. Que es importante tener claras nuestras metas y porque nos identificamos con la lucha por empoderar a las mujeres.
No debe quedar duda: la presidencia de Claudia Sheinbaum, por si sola, es histórica. En efecto, el sólo hecho de llegar es suficiente para quedar en la historia de nuestro país. Pasamos de un país donde no había ni siquiera baños para mujeres en el congreso, a uno con una Presidenta, una Jefa de Gobierno, y gabinetes paritarios, en menos de 3 generaciones. Mi abuela jamás hubiera imaginado que una mujer llegaría a la presidencia. Mi hija crecerá sabiendo que no existe un limite a sus sueños. Creo no deberiamos minimizar esto.
Sin embargo, es cierto que hemos avanzado a un punto en que ya no podemos pensar que hay que apoyar ciegamente a cualquier mujer a todas las mujeres. Es este el compromiso que tenemos con todas aquellas, y sus aliados, que lucharon por garantizar los derechos. Tenemos un compromiso por actuar de acorde a nuestro feminismo.
No obstante, creo que si bien la sororidad no es un cheque en blanco, si implica cierto nivel de empatía. No existe mujer que pueda cumplir todas las expectativas que le ponemos a la primera mujer presidente. Erradicar la violencia de género y la pobreza es un proyecto que implica mover las raices de la desigualdad en México. Implica enfrentarse con modelos economicos que tienen en su adn la desigualdad. Pero ya nuestra Presidenta, y nuestra jefa de gobierno, han hablado de grandes indicios de que su feminismo no es sólo un slogan.
El modificar la edad de las pensiones universales para las mujeres es un gran ejemplo de ello. Este, que será uno de los programas emblema, responde directamente a una de las luchas más importantes del feminismo: reconocer que las mujeres han trabajado toda una vida, muchas veces sin que se les reconozca, cuidando y en trabajo doméstico. Esto merece una pensión. Este es tan sólo unos de los pasos que nos muestran que para nuestra Presidenta el feminismo es uno de sus motores.
POR CATY MONREAL PÉREZ
ACTIVISTA
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