COLUMNA INVITADA

Divide y vencerás

Donald Trump y JD Vance han hecho de la retórica inflamatoria y divisiva una piedra angular de sus campañas y discursos políticos

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Heraldo de México

Donald Trump y JD Vance han hecho de la retórica inflamatoria y divisiva una piedra angular de sus campañas y discursos políticos, promoviendo un discurso cargado de insultos, polarización y miedo. Trump, desde su candidatura en 2016, ha demonizado a los migrantes, especialmente a los latinos, acusándolos de traer crimen, drogas y violencia a Estados Unidos. Por su parte, JD Vance, su candidato a vicepresidente, ha seguido una línea similar, atacando a los llamados liberales de izquierda y perpetuando teorías conspirativas sobre el control del país por élites globalistas y radicales. Los migrantes se comen a las mascotas, ha dicho y su jefe lo ha repetido provocando hilaridad, pero también odio.

Este discurso divisivo no solo fomenta el miedo hacia los migrantes y las minorías, sino que también encierra una peligrosa paradoja: mientras Trump y Vance dirigen sus ataques a los "enemigos internos", los intentos de violencia política más graves de los últimos años han sido perpetrados por individuos que, paradójicamente, representan la demografía que ellos defienden: hombres blancos, estadounidenses y republicanos.

El segundo intento de asesinato —cometido, otra vez, por un hombre blanco armado— pone de relieve una verdad que muchos dentro del partido prefieren ignorar: los verdaderos actos de violencia política en Estados Unidos no han venido de los migrantes, ni de los radicales de izquierda, sino de los extremistas de derecha.

Esto subraya cómo la polarización y la retórica del odio impulsada por figuras como Trump y Vance no sólo fracasan en proteger al país de una supuesta amenaza externa, sino que exacerban la violencia interna. Los ataques a figuras políticas, como los intentos de asesinato recientes, no provienen de aquellos demonizados por la derecha, sino de aquellos que, en muchos casos, se identifican con su retórica incendiaria. Así como ocurrió con el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, perpetrado por partidarios de Trump, el patrón de violencia y terrorismo domésticos siguen siendo un desafío crítico para la seguridad nacional.

La ironía es evidente: mientras Trump y Vance pintan a los migrantes y a los grupos de izquierda como los principales responsables de la decadencia de Estados Unidos, son los extremistas dentro de su propia base quienes han cometido algunos de los crímenes más notorios. Esta desconexión entre la narrativa y la realidad ha servido para alimentar un ciclo de violencia. Al proyectar el miedo hacia "el otro", evitan enfrentarse a los problemas más profundos que aquejan al país: la creciente radicalización de ciertos sectores de la población blanca, masculina y republicana, muchos de los cuales han sido adoctrinados por años de desinformación, teorías de conspiración y odio racial.

El impacto de la retórica xenófoba y racista de Trump y Vance no puede subestimarse. Su constante demonización de inmigrantes y minorías ha normalizado el discurso del odio en el ámbito público, deshumanizando a comunidades enteras. Primero mexicanos en 2016, luego asiáticos en 2020 y ahora haitianos y venezolanos. El discurso no refleja los datos ni la realidad. A pesar de los esfuerzos por culpar a migrantes o activistas de izquierda de la violencia en el país, los hechos demuestran lo contrario. En el reciente intento de asesinato, fue nuevamente un republicano blanco quien llevaba el arma, no un migrante, no un miembro de “Antifa”, ni ninguna de las figuras demonizadas por el discurso republicano.

Es evidente que el discurso de Trump y Vance ha fallado en identificar las verdaderas amenazas a la seguridad del país. En lugar de enfocarse en problemas reales, como la supremacía blanca o la creciente violencia armada, continúan utilizando la xenofobia y el miedo para movilizar a sus bases. Es claro que este enfoque tiene consecuencias desastrosas para la cohesión social y la seguridad nacional.

La retórica inflamante no sólo divide a la sociedad, sino que también pone en peligro a todos los estadounidenses. Al desviar la atención de los problemas reales, Trump y Vance contribuyen a un ciclo interminable de violencia y polarización que deja al país más fragmentado y vulnerable. Mientras no se aborde la raíz de la radicalización y el extremismo doméstico, Estados Unidos seguirá enfrentando amenazas de aquellos que, irónicamente, dicen defender los valores de la nación. Hoy los habitantes de Springfield, Ohio, saben lo que el llamado constante al odio provoca en tu vida cotidiana. 

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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