Desde afuera

Una crisis en la Izquierda Latinoamericana

Una nueva crisis en Bolivia, donde un histórico líder de izquierda disputa el poder a un presidente de izquierda, subrayó los problemas para la cohesión

Una crisis en la Izquierda Latinoamericana
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México Foto: El Heraldo de México

Una nueva crisis en Bolivia, donde un histórico líder de izquierda disputa el poder a un presidente de izquierda, subrayó los problemas para la cohesión de un sector que a nivel latinoamericano parece al menos deteriorada si no rota.

En el caso de Bolivia, el expresidente Evo Morales protagoniza un duro ataque contra el presidente Luis Arce, en medio de acusaciones mutuas: Morales asegura que Arce "se derechizó" y sus partidarios ocuparon carreteras para inmovilizar al país; Arce, que Morales trata de dar un golpe de Estado para volver al poder.

Ambos son parte del partido Movimiento al Socialismo, fundado por Morales a principios de siglo para defender los intereses de los cultivadores de coca,  y ahora dividido entre los "renovadores" que encabeza Arce y los "radicales" que promueven la reelección de Morales a pesar de que la Constitución lo prohíbe.

Cierto que el faccionalismo es uno de los tradicionales problemas políticos de la izquierda, en América y el mundo, pero el choque entre Morales y Arce parece tener otras vertientes.

Arce fue uno de los pocos mandatarios latinoamericanos que reconocieron el triunfo del venezolano Nicolás Maduro en las cuestionadas elecciones del 28 de julio y junto con el nicaragüense Daniel Ortega, el cubano Miguel Díaz-Canel y cinco o seis primeros ministros caribeños participó en una conferencia de solidaridad con el régimen venezolano.

Maduro está a su vez en el centro de la actual fractura de la izquierda regional.

Maduro es un sobreviviente y hace lo que sea para sobrevivir: como cualquier antiguo tirano latinoamericano comete fraude electoral, reprime, provoca éxodos, se alía con grupos delictivos y “convence” a las Fuerzas Armadas, evoca nacionalismos y busca enemigos externos, y para "agradecer al pueblo" sus favores y que olviden sus problemas, adelanta la Navidad del 24 de diciembre al primero de octubre.

En el camino, puso en vergüenza a regímenes de izquierda que, como los de Chile, Brasil o Colombia, llegaron al poder por vía electoral y vieron con alarma el fraude electoral de Maduro, apoyado a su vez por gobiernos que como Cuba y Nicaragua enfrentan cuestionamientos propios.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, criticó las acciones electorales de Maduro y fue a su vez debidamente atacado por el venezolano y -no sorpresivamente- “reprendido" por el Partido Comunista Chileno. El gobierno de Managua rompió relaciones con Brasil por su postura sobre Venezuela y criticó a Colombia.

El principal pecado de los gobiernos de izquierda democrática fue haber pedido que Maduro demostrara su victoria y publicitaria las actas correspondientes. Nunca ocurrió, y a cambio recrudeció la represión.

Quizá también fue el buscar fórmulas para evitar un nuevo éxodo de venezolanos: casi ocho millones han salido en los últimos diez años y es posible que salgan varios millones más. Buena parte de ellos a refugiarse en países vecinos, como Brasil y Colombia.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS   

COLABORADOR    

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                    

@CARRENOJOSE

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