Mi emisión de PURO BARRIO en Heraldo Televisión, me ha llevado junto a mi equipo, a los lugares más inusitados del Valle de México.
Este año logramos finalmente visitar un lugar al que parecía que tendríamos que tramitar algún salvoconducto para poder visitarlo era el que comúnmente se conoce como el Hoyo, en Iztapalapa.
Gracias a Daniel y al Senador del barrio… aunado a la amabilidad de las familias que viven en la Joya. Esta visita se pudo concretar.
Primero subimos al cerro colindante que por cierto está siendo rescatado y restaurado por un grupo de jóvenes, cuyo único interés es devolverle la vida y la frescura a una zona que había sido sistemáticamente devastada desde los años 50. De lo que era un tiradero de basura.
Hoy se puede disfrutar como uno de los poquísimos bosques del área. Es desde arriba desde donde se entiende el apodo de el hoyo a la colonia realmente llamada la Joya, y es que es una zona sumergida y bordeada por otra colonia llamada el Paraíso. Los orígenes de este asentamiento se remontan a la mencionada década, cuándo personas de diversas colonias como la Morelos o la Doctores salieron del centro y decidieron empezar acá una nueva vida.
Aunque tenían carencia de todos los servicios, no había carpetas asfáltica y a la fecha. Ni siquiera hay una escuela o centro de salud cercanos. Los fundadores me comentan que disfrutaban del lugar “porque era muy bonito, silencioso, con plantitas y arbolitos”.
Hubo un momento por ahí de los noventas en donde la situación era verdaderamente ríspida en la colonia. Había en esa esquina que marca el inicio y fin de lo que viene siendo una sola calle circular que define la Joya, un pequeño altar con un crucifijo grande y en el que se solía pintar los rostros de los menores de edad muertos por el efecto o la violencia de las drogas.
Cientos de caritas abarrotaban esa fachada, lo que alertaba a cualquier visitante de fueras y en verdad hasta hace dos administraciones, era común, encontrarse en las calles menores de edad extremadamente delgados, tambaleándose bajo el efecto de las drogas y sin un futuro por delante.
Hoy veo vecinos, muy unidos, sosteniendo su centro cultural, de donde por cierto ha emergido una campeona de artes marciales que busca ir a Europa. Los rostros en ese altar han desaparecido y se puede entrar con la venia de los señores del lugar. No faltan los halcón sitos que lo vigilan a uno desde las azoteas, y si por casualidad mi Camarógrafo se distraía volteando.
Algunas calles cerradas, se podía haber grupos de jóvenes desvalijando autos, pero bue’…son los menos. Ahí entrevisté al dueño de la papelería que los fines de semana vende carnitas y la orgullosa mujer que vende frutas en un toldo al lado de su casa, además de una organización de taxistas particulares que decidieron dar el servicio ya que ningún otro grupo se atrevía a llevarlos desde el metro Guelatao. la gente ha hecho la diferencia en este lugar.
POR: FERNANDA TAPIA
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@TAPIAFERNANDA
MAAZ