La creación de la Secretaría de la Mujer por parte de la presidenta electa Claudia Sheinbaum representa un hito en el camino hacia la igualdad sustantiva en México; la dependencia federal a cargo de Citlalli Hernández tendrá como objetivo central empoderar a las mujeres en todos los sectores, pero uno de los mayores retos se encuentra en el campo mexicano, donde las mujeres han sido, durante décadas, invisibilizadas pese a su papel fundamental.
En México, las mujeres rurales constituyen una fuerza vital en la producción agropecuaria, pues de acuerdo a cifras de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), cerca de 5.4 millones de mujeres viven en zonas rurales, y de ellas, aproximadamente 2.3 millones participan en actividades del campo. Sin embargo, su labor ha sido históricamente relegada a tareas de apoyo familiar, con un enfoque en la siembra para el autoconsumo y trabajos físicos arduos que no siempre son reconocidos ni remunerados de manera justa.
En el campo, las mujeres han demostrado ser agentes clave de transformación, su participación es decisiva en actividades como la producción de alimentos, la preservación de semillas nativas y la implementación de prácticas agrícolas sostenibles, a lo que hay que sumar su rol central en el cuidado de los recursos naturales, así como la preservación de las tradiciones y el conocimiento ancestral.
Por ello, uno de los enfoques de política pública que debería tener como prioridad la nueva dependencia es el impulso a la profesionalización y el empoderamiento de las mujeres rurales para que transiten hacia la creación y gestión de negocios agroalimentarios exitosos.
Este cambio es crucial para transformar al campo mexicano en un espacio más inclusivo, productivo y sostenible. La falta de acceso a la tierra, la baja inclusión financiera y el limitado acceso a capacitación son algunas de las barreras estructurales que limitan el potencial de las mujeres en el campo, y también limitan el crecimiento del sector agroalimentario en su conjunto.
Según estimaciones, si las mujeres rurales tuvieran el mismo acceso a recursos productivos que los hombres, se podría aumentar la producción agrícola hasta en un 30 por ciento.
Ante esta realidad, el anuncio de la presidenta electa Claudia Sheinbaum genera la expectativa de que habrá un fortalecimiento del papel de la mujer en la economía agroalimentaria de México, pues deberá impulsar su capacitación en áreas como la gestión empresarial, el acceso al financiamiento y la adopción de nuevas tecnologías agrícolas lo que permitirá romper el ciclo de pobreza y dependencia económica, y les dará las herramientas para crear negocios rentables que contribuyan al crecimiento del sector y al bienestar de sus comunidades.
La nueva secretaría jugará un rol crucial para alcanzar una igualdad sustantiva, crear un entorno en el que puedan innovar, tomar decisiones y liderar en el sector agroalimentario, pues el destino del campo mexicano está intrínsecamente ligado al futuro de sus mujeres, ya que lograr un entorno donde ellas puedan desarrollarse plenamente, coloca la semilla para que México sea más próspero y sostenible.
POR MARIANA OTERO BRIZ
COLABORADORA
@BRIZCOCHO
MAAZ