Durante años me alejé de las redes sociales porque no podía evitar compararme con las personas que conocía. Ver sus viajes y logros profesionales me hacía sentir fracasada, pero también me motivaba. Entonces, el dilema de esta semana es: ¿la comparación te daña o te ayuda a crecer?
La comparación es algo inevitable, ya que es un proceso social que nos permite autoevaluarnos. Es decir, nos medimos con nuestros pares para ver cómo está nuestra vida. Según el artículo "Comparación social y autoevaluación desde un enfoque evolucionista", esta autoevaluación es importante para nuestro desarrollo.
Hoy en día, se recomienda evitar compararnos con los demás para cuidar nuestra salud mental, pero esto es difícil en una sociedad tan competitiva. Desde la niñez, nos enseñan que para ser aceptadas necesitamos destacar en la escuela y en nuestras actividades. En la adultez, el reconocimiento se obtiene a través de la acumulación de bienes, viajes y/o logros profesionales. Esto nos lleva a compararnos constantemente.
Con las redes sociales esta comparación se intensificó, más porque tendemos a compartir en gran medida solo las buenas experiencias. Esta dinámica distorsiona nuestra percepción y nos hace pensar que a los demás siempre les va bien, cuando en realidad no es así.
Las redes sociales llegaron para quedarse. Por eso, es importante aprender a lidiar con la comparación, que a menudo despierta emociones como la envidia. Una estrategia para sobrellevar la comparación es transformar la envidia en inspiración.
Les comparto algunas prácticas que apliqué para lograrlo.
1. Dejé de usar redes sociales por un buen tiempo, porque era inevitable no sentirme mal.
2. Me cuestioné por qué me afectaba ver el éxito de otras personas y descubrí que el problema era que no estaba trabajando en lo que realmente quería hacer con mi vida.
3. Empecé a consumir contenido de superación personal y trabajé en mi autoestima para reconocer lo que me hace única.
4. Me rodeé de personas que admiro por su constancia, disciplina y determinación.
5. Me propuse mejorar a paso lento pero constante en todos los ámbitos de mi vida: ser puntual, comer mejor, hacer ejercicio, arreglar mis dientes, ser constante, etc.
6. Tener diferentes trabajos, eso me ha permitido conocer a nuevas personas, adquirir nuevos conocimientos, asumir nuevos retos que me hacen sentir realizada.
7. Voy a terapia para tener más herramientas que me ayuden a mejorar cómo me trato a mí misma y cómo me relaciono con los demás.
Ahora cuando veo los logros de otras personas en redes sociales soy capaz de sentir alegría por ellas, porque entiendo que están avanzando en lo que desean. Quizá comparto ciertas aspiraciones, pero ya no deseo su vida.
Por último, como sé lo que es estar del lado de las personas que se sienten fracasadas, desde que empecé a usar mis redes he intentado no solo publicar mis mejores momentos, procuro compartir lo que aprendo y cuando no me siento bien. Considero que es importante aportar a esta conversaciones y volver las redes sociales más reales y no ese escaparate de momentos felices y perfectos.
POR DULCE ELENA GALINDO VILLA
@DULCEGALINDOVILLA
PAL