Los demócratas homenajearon al presidente Joe Biden, le dieron las gracias por abandonar su intento de reelección para cederle el paso a la vicepresidente Kamala Harris, que por lo menos les ofrece la que hoy parece una creciente posibilidad de ganar las elecciones.
El cambio no fue sin dolor y sin dudas. Biden tiene una carrera de 50 años en la política estadounidense y la decisión de presionarlo para terminarla estuvo a cargo de algunos de sus más viejos amigos. Pero para Biden y ellos, no hacerlo era aceptar la certidumbre de una victoria del republicano Donald Trump, que uno y otros consideran como un peligro para la vida democrática de Estados Unidos.
Y lo hicieron. No es que vaya a ser fácil. Los desafíos que deben enfrentar candidata y Partido están presentes en un país profundamente dividido, en el que la forma indirecta de elegir presidente puede ser un obstáculo insuperable, como ocurrió a Hillary Rodham Clinton en 2016, cuando ganó la mayoría de votos, pero perdió la votación en el Colegio Electoral ante el mismo Donald Trump que ahora enfrenta Harris.
Y eso, dicen analistas, sin contar con que los votantes están descontentos con el partido en el poder y sin olvidar que las posiciones que Harris defendió al principio de su carrera política, de una izquierda liberal dura, pro-migrante y pro-sindicalista, un feminismo más acentuado, y su condición birracial, hija de padre afro-caribeño madre india, ofrecen múltiples blancos a la maquinaria propagandística de un partido republicano derechizado.
Pero la forma en que se comportó Biden y la manera en que lo despidió la Convención Nacional Demócrata habla, a su vez, de pragmatismo, un fenómeno en la actual política estadounidense.
La polarización política no es nueva, pero si los republicanos se corrieron a la derecha, los demócratas consolidaron la noche del lunes como un partido de izquierda progresista, social-demócrata si se quiere o populista de izquierda liberal si se prefiere, con un compromiso marcado en su defensa de los derechos de la mujer, sindicatos y medio ambiente. Pero también mantiene una promesa de mano dura en la frontera, porque así lo demanda la opinión pública.
Shawn Feinn, presidente del poderoso sindicato de Trabajadores Automotrices (UAW) definió como "con nosotros o contra nosotros”, al expresar su respaldo y el de media docena más de sindicatos a Harris.
Porque tampoco se puede ignorar que su compañero de fórmula, Tim Walz, gobernador de Minnesota, proviene de una rica tradición populista presente en el medio oeste desde hace más de un siglo. Pero fue también, y sobre todo, un enfoque pragmático, que el analista Jonathan Martín describió en Politico como una doctrina simple: “ganar”. Y si para eso se necesita hacer un cambio de candidato, sin precedente en la historia estadounidense, se hace. Por lo pronto, sólo tienen una posibilidad creciente. Pero es mucho más que lo que tenían hace seis semanas.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE1
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