COLUMNA INVITADA

Juventudes y Protección de Datos Personales. La Nueva Generación de Defensores de la Privacidad en la Era de la IA

La privacidad, como otros derechos, está en permanente riesgo de ser erosionada en un entorno donde la IA y las tecnologías de la información avanzan a un ritmo vertiginoso

OPINIÓN

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Julio César Bonilla / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México
Julio César Bonilla / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

En la era de la inteligencia artificial (IA), las nuevas generaciones se enfrentan a un desafío sin precedentes: proteger su privacidad, dignidad y seguridad en un mundo cada vez más digitalizado. Aunque para muchas personas, la privacidad parece un concepto abstracto, relegado a las páginas de políticas de uso o avisos de privacidad que rara vez se consultan y que se aceptan con un clic sin mayor consideración, lo cierto es que en un mundo donde la información personal se ha convertido en  un activo valioso, las juventudes deben comprender que la privacidad es un derecho fundamental que debe ser defendido  y ejercido con responsabilidad,  mediante los dispositivos institucionales y legales correspondientes.

La privacidad, como otros derechos, está en permanente riesgo de ser erosionada en un entorno donde la IA y las tecnologías de la información avanzan a un ritmo vertiginoso. La mayoría de las personas, especialmente las jóvenes, interactúan diariamente en ecosistemas de IA, ya sea a través de redes sociales, aplicaciones de salud, asistentes virtuales o, incluso, en los procesos educativos y laborales. Pero, ¿hasta qué punto comprenden las implicaciones de estos avances en su vida cotidiana? ¿Qué tan conscientes son de que cada clic, cada búsqueda y cada interacción digital contribuye a la construcción de un perfil detallado de sus personas que puede ser explotado por terceros con fines comerciales, políticos, manipulativos o, incluso, delincuenciales?

Las juventudes actuales, nativas digitales, se encuentran inmersas en un mundo que exige una constante conexión. Esta conexión, sin embargo, viene acompañada de una vulnerabilidad inherente: la recopilación, exposición y uso de datos personales. Los algoritmos detrás de cada aplicación y plataforma en la que confían no sólo registran sus preferencias, sino que también inducen sus pensamientos y comportamientos, influyen en sus decisiones y, en algunos casos, los categorizan y etiquetan de maneras que pueden afectar su futuro.

Este fenómeno no es del todo nuevo; la diferencia radica en la escala y la sofisticación con la que se lleva a cabo hoy en día. Hace apenas dos décadas, la privacidad era algo que se podía proteger cerrando la puerta de una habitación, manteniendo en secreto ciertas conversaciones o documentos. Ahora, la privacidad requiere un entendimiento profundo de cómo operan las tecnologías de la información y una vigilancia constante para asegurar que nuestros datos no sean mal utilizados.

En este sentido, las juventudes juegan un papel crucial como la nueva generación de defensores de la privacidad. Están en una posición única para conocer, cuestionar, desafiar y, en última instancia, cambiar las dinámicas de poder que subyacen en la recolección y uso de los datos personales. Pero para hacerlo, primero deben estar capacitados en el conocimiento para comprender las complejidades de la IA y las tecnologías emergentes; deben también, reconocer su capacidad de incidir en la agenda política local y, por qué no, nacional e internacional.

Para desempeñar este papel de defensores, es esencial que comprendan no sólo los beneficios, sino también los riesgos que conlleva el uso de IA y otras tecnologías. Esto implica un cambio fundamental en cómo se aborda la educación tecnológica. Ya no es suficiente enseñar a los estudiantes a utilizar herramientas digitales; es imperativo que se les instruya en la ética de la tecnología, en los derechos digitales y en la protección de la privacidad.

La educación en privacidad debe ser tan básica como la alfabetización y las matemáticas. Las juventudes necesitan entender qué datos suyos se recopilan, cómo se utilizan y qué derechos tienen sobre esa información. Además, deben ser conscientes de las tácticas de manipulación que pueden ser empleadas por actores malintencionados para influir en sus decisiones, desde la publicidad dirigida hasta la desinformación en las redes sociales.

Esta educación debe comenzar desde una edad temprana, integrándose en el currículo escolar como una parte fundamental de la formación cívica y ética. Los jóvenes deben aprender a cuestionar y ponderar lo que ven en línea, a entender las implicaciones de compartir información personal, y a tomar decisiones informadas sobre su presencia digital. 

Por supuesto, la responsabilidad no recae únicamente en las juventudes. Las plataformas tecnológicas y los gobiernos también tienen un papel crucial en la protección de la privacidad. Las empresas que diseñan y operan estas tecnologías deben priorizar la privacidad desde su diseño, implementando medidas de protección de datos robustas y transparentes. Además, deben proporcionar a los usuarios un control real sobre su información, permitiéndoles decidir cómo se recopilan y utilizan. En paralelo, las políticas públicas deben actualizarse para reflejar las realidades del siglo XXI. Las leyes de protección de datos, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa, son un paso en la dirección correcta, pero no son suficientes. Es necesario un marco legal e institucional global que garantice la protección de la privacidad en todas las jurisdicciones y que contemple sanciones reales para quienes vulneren estos derechos fundamentales.

Es necesario entender que no es exagerado decir que el futuro de la privacidad depende en gran medida de las decisiones que tomen las juventudes de hoy. Son ellas quienes, con su conocimiento, pueden presionar y cuestionar a los proveedores de estos servicios para que adopten prácticas más éticas, quienes pueden abogar por leyes más estrictas y quienes pueden desarrollar tecnologías que respeten los derechos fundamentales y libertades de las personas.

Las juventudes ya están comenzando a tomar un rol más activo en estos temas. Movimientos y causas sociales de los más diversos tipos, ya han demostrado que este sector puede ser un agente de cambio poderoso, capaz de movilizarse a nivel global. La privacidad y la protección de datos personales deberían ser las siguientes grandes causas que abracen.

El potencial es enorme: las juventudes son, hoy ya, innovadoras, emprendedoras y gozan de liderazgo; sus acciones definen el presente y futuro global. Si adoptan un enfoque consciente y ético hacia la tecnología, pueden transformar la manera en que se desarrollan e implementan las IA y otras tecnologías emergentes. En lugar de ser meros consumidores pasivos, pueden convertirse en creadores de un futuro donde la tecnología esté al servicio de la humanidad, y no al revés.

No se trata sólo de proteger su propia privacidad, sino de sentar las bases para un mundo donde la dignidad humana sea siempre privilegiada, incluso en el entorno digital. Al comprender profundamente las implicaciones de la IA y las nuevas tecnologías, las y los jóvenes pueden asegurarse de que estas herramientas se utilicen de manera que beneficien a la sociedad en su conjunto, sin sacrificar la privacidad ni la dignidad en el proceso.

La nueva generación de defensores de la privacidad no sólo debe ser consciente, sino también proactiva. Sólo así podrán construir un futuro donde la tecnología y la humanidad coexistan en armonía, y donde la privacidad no sea un lujo, sino un derecho garantizado para todas y todos, particularmente, para las personas que, por la desigual distribución de los recursos, se encuentran en mayor vulnerabilidad y riesgo digital.

POR DR. JULIO CÉSAR BONILLA GUTIÉRREZ, COMISIONADO CIUDADANO DEL INFO CDMX Y ACADÉMICO DE LA UNAM

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