El multilateralismo está en crisis. Con cada giro de los acontecimientos, los sistemas multilaterales y las organizaciones internacionales se debilitan casi siempre a costa del Sur Global. Las Naciones Unidas están paralizadas. Mientras, por un lado, se adoptan leyes y acuerdos internacionales para reforzar el orden internacional basado en normas, por otro, se violan impunemente sin rendir cuentas.
Pero el problema es mucho más profundo. La mayoría de los países en desarrollo se han convertido en espectadores del desmoronamiento del orden mundial. Su único seguro, es decir, la participación universal en la toma de decisiones, está desapareciendo. En su lugar, se les presentan dos visiones del mundo diferentes, incluso opuestas, a las que se les pide que se adhieran.
Casi todos los problemas actuales, ya sea en la ONU, la OMC, el FMI o el Banco Mundial, se remontan a la incapacidad del sistema multilateral para dar cabida a las nuevas potencias emergentes en la arquitectura posterior a la Segunda Guerra Mundial. El multilateralismo se encuentra atrapado entre quienes luchan por preservar el statu quo de 1945 y quienes exigen una reforma que refleje la realidad actual, más multipolar.
India ha sido el mayor defensor del fortalecimiento del multilateralismo a lo largo de los años. Pero, en un mundo que ha cambiado, si el país más poblado y la quinta economía más grande, con un historial de multilateralismo, democracia y un ethos civilizatorio de humanidad, no puede recibir lo que le corresponde en la gobernanza mundial, entonces es necesaria una reforma.
De hecho, fue en la 10ª cumbre anual de los BRICS, celebrada en 2018 en Johannesburgo (Sudáfrica), cuando el primer ministro Rahendra Modi propuso por primera vez su visión de un "multilateralismo reformado" para dar voz a las principales potencias emergentes en la gobernanza mundial.
No hace falta añadir que India ha estado a la vanguardia de los esfuerzos para reformar el Consejo de Seguridad de la ONU.
El Consejo de Seguridad se ocupa de los conflictos, pero su incapacidad para resolverlos se ha convertido en su sello distintivo. Cuando se creó la ONU, había 51 Estados miembros. Ahora tenemos 193. Pero seguimos teniendo sólo cinco miembros permanentes, que están polarizados y han paralizado la toma de decisiones en el Consejo.
Se acabaron los días en que un pequeño grupo de países decidía lo que el mundo debía hacer. La consecuencia lógica de un Consejo de Seguridad no reformado es la aparición de otros centros de poder que lo desafíen y que conduzcan a la fragmentación del orden mundial.
A menos que haya una representación legítima, representativa y permanente del Sur Global, especialmente del país más grande, India, y de un continente de 54 países, África, no podremos tener decisiones significativas en el Consejo.
Nuestro apoyo al mundo en desarrollo se vio reforzado durante la etapa de India en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde defendimos su integridad territorial, el aumento de la ayuda humanitaria, la corrección de las injusticias históricas, la reforma, la asociación para el desarrollo, la lucha contra el terrorismo y la resolución pacífica de las controversias.
Por Emb. T.S. Tirumurti
Embajador de la India y actualmente es profesor en el IIT de Madrás.
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