Es bonito cuando la fotografía escapa de los pequeños editoriales o de los museos para crecer en un espacio al aire libre.
La experiencia es distinta y la hemos vivido desde hace varios años con megaproyectos como el Museo Nómada del canadiense Gregory Colbert, el Museo itinerante “México en tus sentidos” de Willy Sousa, el revuelo de la fotografía masiva de encuerados en el zócalo del estadounidense Spencer Tunick o las recientes proyecciones multimedia que acompañan los eventos oficiales conmemorativos.
De dineros, amiguismos y patrocinadores que hacen posibles estas superproducciones no van estas líneas, pero sí de la petición abierta para robustecer la inclusión en la agenda cultural, de una de las ramas más populares de las artes en las que se ha convertido la fotografía, con cada celular y cámara en mano de aficionados generando miles de imágenes diariamente.
Encontrar una exposición itinerante en alguna explanada, un fotomural o las ya tradicionales rejas de Chapultepec en medio del camino, es un parpadeo que refresca el paisaje nuestro de cada día. Hoy la estación del metro San Lázaro, está coloreada con 26 fotovitrales de gran formato del fotógrafo estadounidense David LaChapelle, con parte de su obra “Stations of the cross”, que con escenas espirituales en su peculiar estilo hacen del casi siempre surrealista transporte colectivo, una catedral chilanga sui géneris.
Y aunque suene a chovinismo económico, también es útil recordar que siempre está la oportunidad de que el talento fotográfico mexicano habite las calles de su gran ciudad, en un acto de reconocimiento y ecología visual. Solo por mencionar a las cuatro fotógrafas que recién han sido laureadas por sus trayectorias de luz ¿no sería hermoso ver en gran formato las obras de Flor Garduño, Graciela Iturbide, Yolanda Andrade o Lourdes Almeida?...just saying.
POR CYNTHIA MILEVA
EEZ