La Ciudad de México está bien posicionada para aprovechar las oportunidades de la re localización, o nearshoring. La ciudad aporta 15 por ciento del PIB nacional, la entidad más importante en ese rubro.
La capital puede captar esta inversión es áreas en las que le son naturales, como los servicios financieros o corporativos, o las industrias creativas, pero también desarrollar otras de servicios de alto valor, como los de análisis de datos, consultoría o el desarrollo de software. Es también posible desarrollar manufactura de alto contenido tecnológico, como la de dispositivos médicos o la de electromovilidad, y aprovechar mejor la logística.
Sin embargo, existen temas que se deben mejorar. El capital humano es una ventaja, más de 90 por ciento de la población joven estudia, sin embargo prevalecen los estudios de carreras como derecho, contabilidad o administración, mientras que son relativamente pocas las carreras que tiene que ver con formaciones en ciencia y en tecnología.
El nivel de conocimiento del inglés es bajo, menor al de otras ciudades grandes del país, en las que se desarrolla la industria ligadas a las cadenas globales de valor. Parecería que los ejercicios de educación dual, en los que las y los estudiantes reciben parte de su formación en los lugares de trabajo, son todavía escasos.
La ciudad cuenta, por supuesto, con todo tipo de universidades y centros educativos para mejorar el perfil educativo de la capital para atender los nuevos retos que implican más formación tecnológica.
Existen universidades públicas masivas de gran capacidad para hacerlo, pero también otras privadas de importante alcance, como la Universidad del Valle de México, que también pueden ayudar a lograr que estas habilidades lleguen a una buena parte de la población. El inglés tendría que ser una prioridad, eso ayudaría tanto a la absorción de tecnología, como a poder ofrecer servicios de alto valor a nivel global. El inglés tendría que ser una de las grandes apuestas del nuevo gobierno capitalino en materia educativa.
Es importante también que en la ciudad se desarrollen centros de innovación, que generen y transfieran tecnología, espacios de coworking de software, y polos de emprendimiento. Un ejemplo de este último tendría que ser el Cubo de emprendimiento de Sao Paulo, en el que empresas financieras fomentan el desarrollo de empresas disruptivas, que son incubadas y se relacionan con posibles clientes y financiadores. Es un ejemplo de cómo se pueden aprovechar las ventajas comparativas de una urbe global para generar nuevas empresas en sectores modernos.
A la ciudad le conviene también que, además de la sólida industria financiera que ya opera, se desarrolle la fintech, basada en tecnología, que va a ofrecer nuevas opciones financieras a la población, pero también generar innovación y nuevos empleos de calidad en áreas tecnológicas.
POR VIDAL LLERENAS
COLABORADOR
@VIDALLERENAS
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