Con esta frase Goethe describió ese sentimiento, como una venda aparente que nos impide ver, a fin de no involucrarnos y evadirnos de todo aquello que nos incomoda. A la mayoría no le interesa el pasado y en el caso de nuestro país, echar una mirada a tiempos pretéritos es mancharse las manos de sangre, no hay vuelta atrás, se acaba el optimismo, se distorsiona la ilusión por el porvenir.
Si usted quiere adivinar el futuro, basta con mirar al pasado y en México, el pasado es terrible, es mejor no conocerlo, dirán algunos, pero es imprescindible analizar las heridas, el rastro de la violencia, como hacen los forenses, para juzgar, condenar y evitar repeticiones.
Pero esto qué le digo nunca se corresponde con la realidad ni el deseo, porque desde la parte Institucional, este proceso no tiene continuidad. En muy pocas ocasiones se llega al final cuando se descubre un cadáver, pues de llegar, se tendría que haber encontrado a los culpables, y nadie realmente quiere encontrarlos…
Hace algunos días, el portal de investigación Quinto Elemento hizo pública una carta de un soldado desertor del ejército mexicano, bajo el seudónimo, Benjamín Apresa. En esta misiva se enlistan 183 presuntas víctimas durante la época de la Guerra Sucia, que fueron arrojadas al mar desde aviones que despegaron de la base militar de Pie de la Cuesta en Acapulco.
Este documento fue enviado inicialmente al Comité ¡Eureka!, una de las primeras organizaciones dedicadas a la búsqueda de personas desaparecidas en el país, y ahí se revelan los seudónimos que las víctimas usaban en la clandestinidad, los lugares donde fueron capturadas y las unidades militares responsables de su detención. Además, refiere 24 vuelos realizados entre 1972 y 1974, en los cuales los prisioneros fueron lanzados al océano, vivos o muertos.
La periodista de investigación, Marcela Turati, en su blog adondevanlosdesaparecidos.org, junto con Centro Prodh, y Artículo 19, han podido constatar que al menos 160 de estos nombres se encuentran registrados como personas desaparecidas en listados de CNDH, en Archivos de la Represión o en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
Hace algunos meses, el Centro Prodh hizo una reconstrucción visual de la operación “Vuelos de la Muerte”, en la cual, integrantes del Ejército Mexicano trasladaban a la citada base aérea, a personas consideradas como disidentes políticas; algunos eran torturados, otros ejecutados para luego ser arrojados al mar durante vuelos nocturnos, eliminando así todo rastro. Esta práctica fue realizada de manera sistemática, en los años 70.
La realidad que no vemos es que esa información puede ser convalidada, aclarada o de alguna manera controvertida por la SEDENA, la que, desgraciadamente, se ha negado de manera sistemática a aportar a este proceso de investigación.
La realidad que no vemos y que hoy debería de erizarnos la piel, es que esta información sobre la Guerra Sucia se ha mantenido oculta por más de cincuenta años; por eso los 10 años de Ayotzinapa, lo mismo que los 30 de Aguas Blancas o los 27 de Acteal no significan nada. ¿Quién querría realmente encontrar a los culpables? Quizá, entonces, todos lo somos.
POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN
EEZ