COLUMNA INVITADA

Debacle

Quizá el síntoma más notorio y evidente de esa enfermedad crónica que padece nuestro vecino sean sus últimas tres elecciones presidenciales

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Desde hace una década, puede que más, en la academia y en círculos de análisis político de Occidente se comenta y debate sobre la decadencia de Estados Unidos. Para ser más específico, la discusión se ha centrado en la corrupción y desgaste de su sistema político, tanto en los asuntos domésticos como en los exteriores, así como en la perdida de influencia militar, económica y quizá ideológica.

Según algunos análisis de personalidades como Noam Chomsky y Daniel Imerwahr es posible detectar coincidencias si se buscan las causas del declive del imperio, sin embrago, no es tan sencillo encontrar consenso si se quiere establecer una línea del tiempo que permita identificar dónde ocurrió el punto de quiebre. No obstante, es un hecho ineludible que el otrora invencible imperio “americano” muestra signos de desgaste.

Quizá el síntoma más notorio y evidente de esa enfermedad crónica que padece nuestro vecino sean sus últimas tres elecciones presidenciales. Quien haya visto el primer debate para la carrera a la presidencia de los comicios de este año, puede estar seguro de algo, la gerontocracia que domina al establishment político de EU ya no da de sí.

El pésimo desempeño de Joe Biden, de 81 años, en el último cara a cara con su rival, demostró que claramente ya no tiene lucidez mental, mucho menos física, para una responsabilidad como esa. El fiasco de ese primer debate ha provocado pánico en el Partido Demócrata que los últimos ocho años ha preferido gastar toda su capital político, que tampoco es mucho, en encarcelar a Donald Trump que en construir nuevos cuadros en su formación.

Por su parte, los republicanos tampoco lo han hecho mejor. Le han cedido casi por completo el partido a Trump, un candidato que irrita a la mitad del electorado. Y si bien es cierto que en 2020 ambos compitieron por la Casa Blanca, también es cierto que el escenario de 2024 era radicalmente distinto. En ese momento, para gran parte de los votantes Biden era la única opción para impedir un segundo periodo de Trump, ahora ninguna opción parece convencer del todo a los estadounidenses.

Lo que vemos hoy es a un sistema político devenido en geriátrico, y no solo por la avanzada edad de sus “liderazgos” sino por sus ideas arcaicas y su total desconexión de la realidad. No hay ideas frescas, muchos menos voces jóvenes y atentas a la vorágine del mundo en el que vivimos, que se encuentra a merced del veloz avance de la tecnología y de la inteligencia artificial y en lo que a Estados Unidos respecta, tampoco veo a políticos ocupados en la labor de sanar las heridas que han abierto las batallas culturales entre la izquierda woke y el supremacismo blanco.

El llamado de pánico de los demócratas para sustituir a Biden, después de ese penoso primer debate, no alcanza para corregir su irresponsabilidad como partido y a estas alturas, francamente es irrelevante, la elección ya está perdida. Debieron haber pensado en la sustitución de Biden hace cuatro años, no ahora con la elección a la vuelta de la esquina.

Me parece lamentable el clima político que se vive hoy en Estados Unidos. Imposible dimensionar aún el efecto dominó de la debacle histórica que está viviendo su aparto institucional y democrático, lo único que es posible dimensionar es el triste desempeño de su clase política: alejada de sus electores, de sus inquietudes, de le necesidad de contar con liderazgos a la altura de los tiempos… Que época tan amarga y deplorable para la democracia.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

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