No llegué a la literatura desde la libertad, sino a la libertad desde la literatura.
-Ismail Kadaré.
Ha fallecido el escritor albanés Ismail Kadaré, conciencia crítica del delirante régimen comunista que presidiera Enver Hoxha de 1944 hasta su muerte en 1985 y que continuase hipando hasta 1991 cuando, por fin, pudo proclamarse una entidad política republicana.
Entre su vasta obra destacan títulos como “El general del ejército muerto”, llevada al cine por el cineasta italiano Luciano Tovoli; “Abril quebrado”, “El expediente H.”, “El monstruo” o “Los tambores de la lluvia”. Mención por separado merece “El palacio de los sueños”, considerada su obra maestra que expone la existencia de una agencia dedicada a acopiar y sistematizar los onirismos, dado su nivel de peligrosidad frente al poder del Estado, turbadora oficina a la que cada ciudadano está constreñido a remitir un informe de lo soñado la noche previa.
En uno de sus pasajes se nos confía: “Algunos piensan- prosiguió el Visir -que el mundo de las pesadillas y de los sueños, en una palabra, vuestro mundo, es el que dirige a este otro de acá.
Más yo tengo la convicción de que es este mundo el que lo dirige todo. Es él, a fin de cuentas, el que decide qué sueños, pesadillas o delirios, conviene sacar a la superficie, como un cubo saca el agua de un pozo profundo. ¿Entiendes lo que quiero decir? Es este mundo el que elige en ese abismo lo que le interesa”.
Cada una de sus estaciones creativas revela un profundo conocimiento del ser, a través de sus debilidades y apetitos, ambiciones y principios.
Jamás sucumbe ante la fiereza del régimen proto-estalinista y nunca olvida su condición de tributario de la belleza y la ternura.
En alguna ocasión compendió su inserción en la realidad y apuntando la complejidad de estar consciente del contexto y entregado a una ficción denunciante y mágica, mecanismo evasivo a pesar de los pesares: “Soy un escritor político si mi obra se relaciona al tiempo y a las experiencias que he vivido. No puedo despojarme de mi contexto ni aislarme del mundo que me rodea. Al mismo tiempo, como escritor establezco una realidad paralela. La literatura llega a convertirse en una segunda patria. Y se produce, por tanto, un conflicto entre lo que vives y lo que escribes”.
El corazón de los Balcanes, la patria de los ilirios que se identificara también con Dalmacia, tuvo en este circunspecto hombre de letras a su más trascendente inventor-cronista de fantasías y desgracias.
Hacia 1990 tras el asedio sistemático que sufriera desde la primera mitad de los años sesenta solicitó asilo en Francia.
Regresaría a sus orígenes al filo del segundo milenio a brindar ejemplo de tolerancia y entendimiento con las minorías nacionales de esta geografía mediterránea: griegos, macedonios, valacos, serbios, romaníes, ashkali, bosnios, búlgaros, montenegrinos, más gorani, arumanos y judíos.
Ismail Kadaré esbozará parábolas y metáforas del poder criminal del totalitarismo dominante, un infierno persecutorio donde ni siquiera los pensamientos están a salvo. La censura es la etiqueta del trato que dispensan las autoridades a los dominados, siempre en posición de sospechosos y por ello vigilados.
En sus palabras: “La vida de un hombre queda perturbada para siempre una vez que se encuentra atrapada en los engranajes del poder”. Más aún: “En toda tiranía la realidad es doble o triple: está lo que se dice; luego, más importante, está lo que no se dice, pero debe sobrentenderse y luego están las cosas que el estado dice y que nadie se va a creer y que ellos saben que será así.
El principio de cada tiranía es el miedo; lo más importante es que la gente tenga miedo, por el método que sea”.
POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
EEZ