COLUMNA INVITADA

Julian Assange, el conspirador…

La libertad de Assange se concedió tras la firma de un acuerdo con el Departamento de Justicia

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de México
Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El impacto mundial de WikiLeaks inició con la difusión de un video, Collateral Murder, grabado por el ejército norteamericano en Bagdad: Varias personas caminan por la calle, entre ellas, un reportero de Reuters que porta una cámara que los militares confunden con un arma. Inician un tiroteo en el que matan al periodista, a su colaborador y a diez iraquíes, entre ellos, un niño. Como en la peor película, los soldados les gritan: “bastards”. Ese video fue visto por millones de personas en solo tres días. Otro video muestra a un piloto del mismo comando, tras haber matado a una niña, diciendo: “Es culpa de la madre por traer a sus hijos a la batalla”. 

La libertad de Assange se concedió tras la firma de un acuerdo con el Departamento de Justicia de la administración Biden, con el cual, Julian aceptó declararse culpable de un solo cargo: “conspiración por la divulgación de información secreta”; delito tipificado en la Ley de Espionaje de ese país; los otros 17 cargos de espionaje e intrusión informática, acusaciones fundamentales con sanciones más severas por las que se solicitó su extradición originalmente, fueron desestimados.  

El periplo de Julian Assange a la libertad duró más de 12 años, pero, en realidad, ya nada será lo mismo, pues es evidente que los Estados Unidos considerarán como espionaje a todo aquel periodismo que exponga crímenes de Estado con pruebas facilitadas por fuentes o documentos estatales. 

Durante 2010 y 2011 WikiLeaks publicó más de 92 mil documentos clasificados, aportando datos sobre numerosas acciones con repercusión internacional, como la quiebra y el fraude del banco islandés, Landsbanki; supimos que el gobierno estadounidense mandó espiar al secretario general de la ONU; que Silvio Berlusconi era el tinterillo de Vladimir Putin en Europa; o que los Estados Unidos espiaron a todo el mundo, sus aliados y sus enemigos. Assange fue declarado enemigo público No. 1 durante la administración de Obama. Se condenó al mensajero, pero, en realidad, a pocos, a casi nadie, importó el mensaje.

Doce años de prisión demostraron lo importante que es mantener secretos indignos: la muerte de inocentes. Esto no puede ser, no debería ser un código de seguridad a preservar. Sin un periodismo valiente, no hay manera de contar a la sociedad eso que los poderosos quieren ocultar: la podredumbre de los Césares en turno. 

Pero ya nada será igual, nada es lo mismo: Assange ha cumplido sobradamente su pena por informar sobre la cloaca del imperio. Sale libre, a curar sus heridas, pero las del periodismo y las de la justicia también necesitan ser profundamente saneadas, y quizás, la indiferencia de la sociedad también necesite tratamiento.

Assange ya es libre, lo que, desde luego, es una buena noticia, pero rodeada de malas noticias y una sigilosa y fría advertencia…

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ

COLABORADOR

@DIEGOLGPN

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