En abril de 2023 el filósofo Byung Chul Han, pronunció una conferencia en la Universidad Católica de Lisboa, cuyo título es sobre la esperanza, que integra el primer volumen de conferencias del autor publicado en 2024, bajo el título, La Tonalidad del pensamiento, La Esperanza.
Han afirma, que la esperanza tiene mucho que ver con la trascendencia, con la fe y el amor. Porque hoy trabajamos, producimos, consumimos y en esta forma de vivir, no hay ninguna trascendencia y por ende tampoco esperanza. Vivimos un tiempo desprovisto de fiesta y un tiempo sin fiesta, es también un tiempo sin esperanza.
En nuestra sociedad de consumo y de rendimiento, celebramos, pero no somos capaces de alegrarnos y alborozarnos, por ello el filósofo surcoreano se pregunta: ¿Estamos hoy en condiciones de alegrarnos, de regocijarnos, más allá de los campeonatos de fútbol? ¿Estamos en condiciones de festejar? ¿Poseemos aun capacidad de celebrar?
Han sostiene, que el tiempo sublime de la fiesta ha desaparecido por completo a favor del tiempo del trabajo, incluso las pausas del trabajo están comprendidas en ese tiempo laboral, sirven para que descansemos con el objetivo de seguir trabajando. Pero la esperanza no es productiva, se orienta a lo que todavía no es. San Pablo decía en su carta a los romanos que cuando se ve lo que se espera ya no se espera más ¿Acaso se puede esperar lo que se ve? Pero la modalidad de la esperanza es el todavía no, pues se abre a lo venidero, hacia lo posible.
En sincronía con Han, Gabriel Marcel el llamado filósofo de la esperanza, sostenía que la esperanza se encuentra en el tejido de una experiencia en curso. Esperar significa dar crédito a la realidad, es decir, creer en la realidad a modo de portadora de futuro. La esperanza nos convierte en creyentes en el futuro. Por ello, la experimentación más intensa de la esperanza tiene lugar en la trascendencia.
En el otro extremo, Albert Camus compartía una visión devaluada de la esperanza, a la que llamaba trampa de quienes no viven la vida para la vida en sí, sino para alguna gran idea, que la supera y le da sentido, identificando a la esperanza con la resignación.
Han objeta esta mirada de Camus y lo hace preguntándose con profundidad: ¿A qué se refiere Camus con la vida en sí? ¿Se trata simplemente de la vida nutritiva de la vida sin más? ¿Es deseable acaso una vida que prescinda de cualquier sentido, sin idea, sin rumbo? ¿La vida se reduce a mera supervivencia o como ocurre hoy, a la pura inmanencia del consumo? A una vida sin más, utilizando el concepto de Camus. Tan solo deseos que satisfacer sin futuro, solo dedicados a vivir del presente del consumo, el aquí y ahora rebajado a consigna neoliberal.
El capitalismo sostiene Han, se enfoca en maximizar las necesidades y los deseos, por eso la esperanza no forma parte de la lógica capitalista, porque quien espera no consume. De esta forma, el capitalismo aniquila la esperanza y nos convierte en un rebaño de consumidores. Albert Camus pasaba por alto la dimensión activa de la esperanza, que nos incita a actuar para lo nuevo, con un núcleo activo que le da alas a nuestra acción.
Al referirse al miedo, Byung Chul Han lo contrapone a la esperanza y los ubica como opuestos. Dice: actualmente el miedo recorre nuestro tiempo como un fantasma, nos enfrentamos permanentemente a escenarios apocalípticos que están a la orden del día, incluso, se ofrecen ya como mercancía, el apocalipsis vende este ambiente de fin de los tiempos. Impera no solo en la vida real, también se expresa en la literatura el cine y el arte en general. Hoy miramos con temor un futuro sombrío en todas partes, falta la esperanza.
La vida se reduce así, a una carrera por resolver problemas y gestionar las crisis, en definitiva a sobrevivir, la vida se sacrifica en el altar del miedo. Solo a través de la esperanza podremos recuperar una vida que sea algo más que mera supervivencia, porque solo la esperanza amplía el horizonte de lo futuro, de lo que tiene sentido. La depresión gestada en la falta de sentido constituye la expresión patológica de la desesperanza total, porque al tiempo depresivo le falta futuro, le falta el avenir, la llegada de lo inesperado.
Sin duda, el miedo amplía ese ambiente depresivo y junto al resentimiento, impulsan a las personas hacia el populismo de derecha, promoviendo el egoísmo y el odio, erosionando la solidaridad y la empatía. La combinación de miedo y resentimiento contribuye a que la sociedad se embrutezca y los discursos del odio consecuencia del miedo, son prueba de ello, por eso, azuzando el miedo se destruye a la democracia que solo puede prosperar en un ambiente de diálogo y reconciliación.
El régimen neoliberal, es un régimen del miedo, aísla a los seres humanos convirtiéndolos en empresarios de sí mismos, amos y esclavos de nosotros mismos. En ese sentido, la competencia total y la presión por el rendimiento erosionan a la comunidad, el aislamiento genera miedo. Miedo a fracasar, miedo a no estar a la altura, miedo a no ser capaz y precisamente es este miedo promovido, el que termina incrementando la productividad. Han comenta, que el significado de la libertad es liberarse de las presiones, pero el problema es que en el neoliberalismo la libertad genera sus propias presiones que provienen desde dentro mismo del ser humano, sometiéndolos voluntariamente a la presión de ser creativos eficientes y Auténticos.
Estas presiones no solo alimentan el miedo, también nos deprimen. El miedo al igual que el pensamiento positivo aísla. Todos sabemos que es imposible tener miedo cuando estamos juntos, el miedo nos necesita aislados y fragmentados, debido a lo cual no genera comunidad, no genera a un nosotros.
Solo la esperanza entraña una dimensión del nosotros. La esperanza explica Han, tiene en sí algo de contemplativo, pues requiere de postrarse y escuchar, se trata de una delicada receptibilidad que le proporciona belleza y gracia. Sí como se dice, la esperanza es ciega, no lo es porque vive de ilusiones, sino porque se mueve hacia lo desconocido.
Para concluir, Byung Chul Han trae a la reflexión a la escritora austriaca Ingeborg Bachman, quien eleva a la esperanza a condición necesaria para que la vida sea posible, porque la esperanza representa la condición humana por antonomasia. Es lo que guía a nuestras acciones, la que nos sostiene y nos da sentido.
Bajo esta mirada del filósofo asentado en Alemania, es preciso preguntarnos en un momento tan delicado para el país y después de las elecciones más polarizadas de la historia. ¿Hacia dónde nos queremos mover? ¿Qué queremos recuperar, la esperanza o continuar siendo rehenes del miedo? Porque después de un sexenio de calumnias, hoy sabemos que no nos vamos a convertir en Venezuela.
POR HUMBERTO MORGAN COLÓN
COLABORADOR
@HUMBERTO_MORGAN
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