ECOS DE LA CIUDAD

La cínica impugnación de Lía Limón

Inició de manera ilegal una costosa actividad electoral, que encuadra perfectamente en el supuesto de actos anticipados y rebase de topes de campaña

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de México
Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Heraldo de México

El pasado mes de enero redacté la columna “Tirar la piedra y esconder la mano”, en referencia a la actitud antidemocrática y tramposa de la alcaldesa de Álvaro Obregón, Lía Limón, quien con un cinismo que raya en lo inaudito, inició de manera ilegal una costosa actividad electoral, que encuadra perfectamente en el supuesto de actos anticipados y rebase de topes de campaña. Pretendía entonces, lograr la nominación del PAN a la Jefatura de Gobierno. 

Al no conseguir el nombramiento, se dio el lujo de tapizar con su imagen y con dinero público, prácticamente todas las calles de la alcaldía Álvaro Obregón a través lonas espectaculares, pendones imperiales y cientos de bardas monumentales, anticipando su reelección.

No conforme con esta irregularidad, inicio un rabioso operativo para borrar todas las bardas de sus adversarios en la alcaldía, además de vandalizar con grupos de choque la publicidad de sus contrincantes, situación que continuo en plena campaña electoral y por la que tiene múltiples denuncias.

El abuso y el exceso fue insultante y de pésimo gusto, lo que llamó la atención de diversos periodistas y reporteros que le documentaron un gasto por promoción personalizada que suma un desvío de más de 7 millones de pesos del erario de la Dependencia, solo en ese cortísimo periodo.

Pues ya meses atrás, había despilfarrado una millonada más, para dar a conocer su nombre y aspiración al Gobierno capitalino, pintando miles de bardas ubicadas en diversas zonas de las 16 alcaldías de la ciudad de México, además de pagar a decenas de influencers y de comprar cientos de pautas publicitarias de distintos diarios y programas de radio y de televisión. Fue una época en la que brillaba por su ausencia al frente de sus responsabilidades como alcaldesa. 

Tiempo también en el que a fuerza de sus desvaríos y narcisismo, se esculpió una imagen de impresentable, pues la mayoría de sus gobernados constató lo deplorable de la servidora pública. No solo por su prepotencia o altanería, sino por su pésimo ejercicio de gobierno, plagado de sombras de corrupción, abuso de autoridad, ausencia en sus funciones e incumplimiento de sus promesas de campaña.

Ahora, pasada la jornada electoral del 2 de junio y llevando a cuestas una derrota irreversible, anuncia que ha decidido impugnar los resultados de su debacle. Por enésima vez mintiendo y tratando de engañar a los ciudadanos que fueron testigos de su mal gobierno y de la falta de honestidad al publicar semanalmente encuestas engañosas, firmadas por Massive Caller que le daban hasta 20 puntos de ventaja por arriba de sus contrincantes.

De la misma manera que el PAN con Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada publicaron las encuestas de México Elige, para construir la narrativa de que las cosas iban muy bien y con las que engañaron a sus electores, quienes creyeron que estas casas encuestadoras eran confiables y sus resultados creíbles.

Por ello, cuando los ciudadanos con su voto se manifestaron en las urnas y los institutos electorales dieron cuenta de los resultados, los simpatizantes de la oposición no daban crédito y alegaron fraude, no por mala voluntad, sino por el terrible engaño que los políticos del PAN y del PRI les hicieron.

Hoy, la alcaldesa insiste en denostar y presentar una impugnación sobre hechos que ella ha protagonizado de manera escandalosa. Nos referimos al gasto exorbitante en la colocación de espectaculares, pendones y lonas.

En la pinta de miles de bardas a lo largo y ancho de la ciudad de México, al desembolso excesivo en la contratación de espacios en radio, redes sociales y televisión, que hace un ostensible rebase de los topes de campaña, y por si fuese poco, la FEPADE le incauto 7 toneladas de productos básicos con las que pretendía coaccionar el voto, mediante despensas. 

Como lo anticipe en aquel artículo de enero, era ya secreto a voces que cundía el desánimo en el equipo cercano de la señora Limón, al tiempo de generalizarse un sentimiento compartido entre sus correligionarios de que la alcaldía cambiaría de color.

Puesto que en la revisión histórica y estadística, Álvaro Obregón es una alcaldía de voto switchers, que premia o castiga a sus malas autoridades, y si adicionalmente se realiza una campaña pacifica, colorida, emotiva y con buenas propuestas, como las del hoy virtual alcalde Javier López Casarín, se garantizaba el triunfo. 

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

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