La Suprema Corte de Justicia de la Nación se encuentra en medio de una enorme polémica: ¿debe ser independiente o sujeta a la interpretaciones políticas de acuerdo con el partido que esté en el poder?
Ese debate es una de las cuestiones en juego en la actual elección presidencial estadounidense, aunque no sea uno de los temas aparentes sobre la mesa.
Pero sus decisiones, o la ausencia de ellas, pueden tener un impacto en las elecciones de este año, incluso en casos que involucran al ex-presidente Donald Trump, líder predominante del Partido Republicano, y pueden afectar su actual aspiración a la Presidencia estadounidense.
De acuerdo con la tradicional definición de democracia, hay tres poderes que se equilibran entre sí: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Esa es por lo menos la forma en que se espera funcione o debe funcionar un gobierno, especialmente para interpretar leyes o corregir errores.
La realidad sin embargo es que en ese equilibrismo debe haber convicción, aunque la verdad sea dicha, los distintos gobiernos se han preocupado por designar jueces ideológicamente afines a su forma de pensar aunque siempre con cuidado de apariencias.
El Poder Ejecutivo tiene capacidad para dominar a los otros, debido tanto a su fuerza fáctica como la tendencia a una subserviencia acomodaticia por ambiciones personales o concordancias ideológicas.
Bloques legislativos que voten no por la conveniencia o el bienestar de sus electores sino por acuerdo partidista o jueces y policías que actúen para adelantar las posiciones del mandatario, o del partido, en vez de interpretar la ley o tratar de simplemente hacerla cumplir.
Hoy muchos países enfrentan ahora ese dilema, y Estados Unidos de manera muy visible.
En las últimas cuatro décadas, grupos conservadores hicieron un concertado esfuerzo de largo plazo por inclinar la Suprema Corte de Justicia a la derecha, a través de convencer o presionar a los presidentes republicanos (Ronald Reagan, George H.W. Bush, George W. Bush, Donald Trump) para designar a juristas conservadores y de usar la fuerza de las bancadas republicanas en el Congreso para bloquear nombramientos de jueces designados por los presidentes demócratas (Bill Clinton, Barack Obama; Joe Biden no ha tenido oportunidad de nominar a un juez).
El resultado es una Suprema Corte que actualmente tiene seis jueces conservadores y tres liberales, que en los últimos dos años tomó decisiones que entre otras cosas derogaron el precedente establecido en 1973 por el caso Roe vs. Wade, en favor de la libertad de aborto.
Igualmente, han mostrado tendencia a favorecer los derechos de los estados en detrimento de la federación.
De los seis jueces conservadores, tres fueron nombrados por Trump entre 2017 y 2020. Al margen de su capacidad legal, Trump pone énfasis en halagar a los grupos que lo respaldan y en lealtad hacia su persona.
Pero hace poco por la credibilidad de la Suprema Corte, ahora en menos de 30 por ciento, y más por las teorías de la conspiración.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE
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