COLUMNA INVITADA

¡Ahí está el detalle, qué no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario!

En concreto nuestro país no necesita un salario mínimo incrementado de forma artificial. Se requiere de un compromiso serio que parece no tendremos si perduran los choques ideológicos, en lugar de privilegiar lo importante que es México, y su gente

OPINIÓN

·
Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de México
Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El salario mínimo apareció de forma distorsionada, en dos de las voces de los que hoy compiten para la presidencia de la República. Al igual que la película “El curioso caso de Benjamín Button”, las cosas pueden entenderse mejor desde distintos escenarios. Así como el protagonista de la Película mencionada, nació viejo y murió joven, en contrasentido a la naturaleza humana, de igual manera pasa con el salario mínimo. Va en contrasentido a la realidad. En efecto, súbitamente se enriqueció con más de un 100%, pero aquello no coincidió con mejorías en la vida de las personas, pues paralelamente la inflación degradó el llamado “super mínimo”, con precios que ya no alcanzan a cubrir la canasta básica que anteriormente era asequible para la mayor parte de aquellos trabajadores que se encuentran en la base de la pirámide de ingresos. Pero la mayor irrealidad planteada en el debate fue por el candidato Álvarez Máynez, quien a fuerza de no tener nada que perder, puede contar fábulas extraordinarias; esas como que debemos tener un mínimo que crezca abruptamente. La verdad, no se cuenta, se afronta, y es que no somos ese país progresista; por varios factores: El primero derivado de la pobre educación de nuestro país, que se alimenta de una percepción retórica de odas a la victimización y condescendencia, para lograr apertrecharse en lugares cómodos de poder sindical, donde se pide dinero, en lugar de mejoras en capacitaciones o herramientas de trabajo qué permitan el enaltecimiento educativo del país. Lo vimos el domingo, cuando una sección partió por la mitad el Zócalo, que ya estaba listo para la llamada marea rosa, y que, por boca, del propio dirigente seccional, evidenció que habrían tenido un acuerdo con funcionarios de alto nivel del gobierno federal para estorbar la misma, siempre a cambio de algo fútil. El segundo tema es que hablar del salario, sin admitir que la mayor destrucción de éste es la limitación del crecimiento empresarial, habla de mucha ignorancia, ya que la mayor parte de las empresas en México pertenecen al rubro de inversiones; micros, pequeñas o medianas, lo que nada tiene que ver con grandes consorcios que, de un momento a otro, pueden adecuar regulaciones que incrementen salarios y condiciones generales de trabajo. Lo anterior se debe a que lo informal, sólo se entiende a partir de qué genera poder fáctico de choque, que sirve sin duda alguna, para fomentar la permanencia en el poder. La tercera. Es una mera consecuencia. No se tendrán verdaderas posibilidades de alcanzar metas en un sistema tecnificado que requiere mucho más compromiso y menos promesas banas.

En ese sentido, mientras el salario mínimo crece, también lo hacen la inflación y la informalidad, denigrando cualquier derecho laboral plasmado en la perfecta Ley Federal del Trabajo, que ahora es muy parecida a cualquier carta dirigida a Reyes Magos, pues mientras no exista una autoridad que con firmeza regule, lo que está fuera de la Ley; de ninguna manera el equilibrio social-laboral, podrá concretarse.

Hablar del trabajo y su salario implica también asumir que los lugares de México a los que quizá llegue el “nearshoring”; sean aquellos donde la educación es de élite. Financiados por miles de familias que han empeñado su patrimonio para que sus descendientes tengan mejores posibilidades. Inversiones que el Estado mexicano abandonó, a cambio de poderes caciquiles que nos han dejado en el fondo de las listas institucionales a nivel internacional, que objetivizan el conocimiento como fuente de prosperidad y riqueza. Los resultados de la prueba Pisa de la OCDE, así como el Ranking Académico de Universidades del Mundo que emite Shanghái https://www.shanghairanking.com/rankings/arwu/2023, nos pintan claramente donde estamos. Ahí, lo único relevante es la revelación de aquellos países que serán los perdedores de mentes brillantes quienes seguramente no se detendrán en un país que habla de mínimos. 

En concreto nuestro país no necesita un salario mínimo incrementado de forma artificial. Se requiere de un compromiso serio que parece no tendremos si perduran los choques ideológicos, en lugar de privilegiar lo importante que es México, y su gente. 

Aquellas personas que se refieren al salario mínimo como un logro espectacular, no atienden a proyecciones a futuro, y simplemente se quedan en la mediocridad.

Por cierto. ¿Por qué habrá salido a relucir el tema de la propiedad privada? ¿Acaso se tiene algún plan que atente contra el patrimonio de los ciudadanos?

Ojo, en los detalles está el diablo.

¡Ay, Virgen de Guadalupe! 

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

PAL