PORTAZO

Los caprichos del Palacio

Tanto afán de protección podría llevar a nuestro señor Presidente a agregar a la lista de sus potencias constitucionales la de “Lord Protector”

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de México
Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Ignoremos por un momento la estética.

El hombre cuya sensibilidad sufrió por la fealdad de las aspas de los generadores de energía eólica en las cimas de Baja California, seguramente disfruta la estimulante belleza del vallado en torno de su Palacio, una de cuyas consecuencias (absolutamente falsa) era impedir el paso de los soldados a izar y arriar la gran bandera nacional en el centro de la plaza. 

Las placas defensivas no son para proteger a los ocupantes del Palacio, sino para cuidar como oro en paño al edificio mismo de posibles agresiones incendiarias de inconformes de Ayotzinapa o maestros chantajistas de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Extorsión (Educación), pero si ese afán de cuidados intensivos fuera poco, pues también se debe salvaguardar a la bandera, por eso la quería guardar en su nicho; para ponerla a salvo del irrespeto de los provocadores.

Tanto afán de protección podría llevar a nuestro señor Presidente a agregar a la lista de sus potencias constitucionales la de Lord Protector, como Oliverio Cromwell. 

Sin embargo, una simple cartita de doña Xóchitl, en la cual le recuerda la propiedad nacional de la bandera, cuyo símbolo es tan grande para cubrir a todos los mexicanos (hasta a los traidores a la patria, no nada más a su augusta majestad), es suficiente para olvidar los pretextos del ocultamiento y recular con mayestático gesto autoinculpatorio:

—Está bien, si quieren bandera, bandera tendrán—, concedió con fingida y falsa generosidad. 

Y no es de ninguna manera gesto para agradecer, porque con ese remoloneo de “ayer te la quité, hoy te la doy”, solamente le otorga una victoria parcial a quienes ya se preparaban para cambiar el rosa mexicano por los coloridos verdes, rojos y blancos, mientras él mismo exhibe lo fútil y falso de los pretextos anteriores cuando escondió el lienzo tricolor como el avaro la moneda. 

Mal le han ido las cosas porque su más reciente cruzada también se topó con el fracaso y no sólo le dio a ganar estimación pública a su incómoda María Amparo Casar, sino también le devolvió la pensión y el derecho. 

Al menos eso han dicho hasta ahora las sentencias en un juicio de amparo para Amparo. 

Mientras tanto, a su candidata en la Ciudad de México le meten una felpa de órdago en los debates y las calles, y mañana, miles de mexicanos van a decirle a él y a su mitológica Cuarta Transformación, NO.

Y esa es la única palabra insoportable, no importa si se refiere al primero o al segundo piso de la ineptitud dadivosa por cuyo pantano rojo caminamos todos. Le van a decir NO.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ