DESDE AFUERA

Vecindades complicadas

La integración social y económica en ambos países es una realidad que obliga al gobierno y la sociedad mexicanas a seguir con cuidado la situación en EU

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Más allá de su tema central, en torno justamente a un conflicto en Estados Unidos, la película Guerra Civil deja de plantear el posible impacto de una situación como esa sobre otros países.

De hecho, obliga a pensar en las posibles consecuencias geopolíticas y económicas que tal conflicto tendría en el entorno de Estados Unidos. Y de que es una posibilidad real.

La cinta señala un posible futuro no muy lejano, en que cuatro grandes facciones combaten por la supremacía en EU: los "leales" a un gobierno donde el autoritario y demagógico Presidente en su tercer periodo se encuentra al borde de la caída en Washington; la coalición del oeste, una alianza entre Texas y California, hoy por hoy los dos estados más populosos de ese país; la Alianza de Florida, con casi todo el antiguo sur bajo su bandera; y el Nuevo Ejército Popular compuesto por estados que hoy son parte del centro-norte y noroeste del país.

Qué pudiera pasar en Canadá o México a consecuencia de una guerra civil en EU ni siquiera parece contemplado, aunque sería viable considerar que habría un involucramiento directo o indirecto de ambos países.

La alianza Texas-California descrita en la película es hoy por hoy políticamente improbable, pero incluiría de hecho a una gran parte de la población de origen mexicano, sin olvidar que hoy son probablemente los dos mayores polos de atracción para millones de indocumentados. Asimismo, sería viable pensar que algunos –o muchos– de esos mexico-estadounidenses o migrantes buscarían refugio en México, simplemente por razones de seguridad y gracias a lazos familiares.

Pero la economía de México sufriría un golpe: un comercio bilateral que supera los 600 mil millones de dólares anuales sería disminuido brutalmente, y con ello posibilidades de empleo y atractivos de inversión, sin contar la válvula de escape de la migración y el salvavidas de las remesas. El caso de Canadá sería probablemente similar. 

La idea de una fractura de EU no es nueva, y de hecho se han escrito varios libros en torno a esa posibilidad; pero la idea de una guerra civil que ponga armamento nuclear cerca de las manos de alguien como los actuales gobernadores de Texas, Greg Abbott, o Florida, Ron DeSantis, podría provocar pesadillas.

Es difícil evaluar el impacto que tendría en México un conflicto como el presentado por la película, uno que tan ficcional como se quiera no parece del todo imposible ante la brutal polarización ideológica y política del país norteño.

El hecho, en todo caso, es que la integración social y económica entre los dos países es una realidad que obliga al gobierno y la sociedad mexicanas a seguir con cuidado la situación estadounidense: radiación, agentes químicos o biológicos, contaminación y migraciones, no paran en las fronteras, con o sin estampitas y no preguntan por nacionalidad o etnicidad. 

Y, sobre todo, que ni estadounidenses ni mexicanos podemos cambiar de vecino.

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS 

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM                   

@CARRENOJOSE

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