Una Constitución, en pocas palabras, el pacto social que permite que todas las personas que habitan un mismo territorio convivan en armonía. Gracias a que el texto constitucional nos da reglas de convivencia, derechos y obligaciones, los países pueden funcionar económica, social y políticamente.
Pero más importante que el derecho escrito, las constituciones son el resultado de la negociación entre todos los sectores de una sociedad, y son producto de la lucha política.
La Constitución que rige actualmente a nuestro país es la de 1917, redactada por el congreso constituyente surgido después de la revolución mexicana y, en su momento, fue la carta magna más avanzada en términos de derechos sociales, económicos y políticos del mundo.
No obstante, las reformas neoliberales, especialmente bajo el mandato del salinismo, lograron, sin construir un nuevo texto desde cero, quitarle mucho de su valor a dicho documento.
En 2018, el presidente López Obrador comenzó la conducción del proceso que hoy llamamos la Cuarta Transformación de México. El objetivo del movimiento ha sido revertir el daño que la época neoliberal le ha hecho a la Patria, y comenzar a refundar las relaciones sociales de nuestro país.
La tarea ha sido compleja, porque se propone revolucionar al país al mismo tiempo que mantiene la estabilidad financiera, social y política.
En esas muchas batallas que la Cuarta Transformación ha dado, hemos visto victorias y derrotas. Quizá la más importante victoria fue la elevación de las pensiones y programas sociales a rango constitucional.
Pero también el movimiento lopezobradorista ha conocido derrotas legislativas: las reformas político-electoral y eléctrica no lograron reunir las dos terceras partes del Congreso federal para volverse nuevas normas constitucionales.
Hoy, ante el último periodo legislativo que tendrá como presidente a López Obrador, el presidente demuestra la intención de cerrar su mandato con fuerza.
Por ello, el día del aniversario de la Constitución de 1917, presentó a la sociedad un paquete de reformas constitucionales que terminaría de consolidar su legado sexenal, y de sentar las bases para el segundo piso de la Cuarta Transformación.
Estas reformas fueron resumidas en veinte puntos, que el presidente López Obrador consideró centrales en la propuesta de la consolidación de la Cuarta Transformación, entre ellos “reconocer a los pueblos indígenas como sujetos de derecho, aumentar las pensiones de los trabajadores y proteger su salario, eliminar las candidaturas plurinominales, disminuir el presupuesto de los partidos políticos, elegir por voto ciudadano a jueces y ministros, establecer la austeridad republicana y prohibir el maltrato a los animales, entre otras”.
El segundo piso tiene la oportunidad de abrevar de estas propuestas y continuar la profundización del proceso de cambio que encabeza hoy López Obrador.
El Congreso tiene la obligación de analizar, discutir y votar las propuestas del presidente. Indudablemente, la sociedad mexicana estará muy atenta, con las elecciones en camino, a lo que harán todas las fuerzas políticas durante este sexenio.
Es importante que, en este último tramo del sexenio de AMLO, y en el proceso de transición que se acerca. Solo el pueblo puede salvar al pueblo, y solo el pueblo debe conducir el porvenir de nuestro país en el porvenir.
POR JOSÉ NARRO CÉSPEDES
COLABORADOR
@NARROJOSE
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