Como percibimos con muchas otras cosas, nuestro país carece de política migratoria.
En el mejor de los casos, sus afanes se dividen en dos conductas: satisfacer las órdenes del gobierno de Estados Unidos (como ocurre con el fentanilo), y servir de barrera a los caminantes centroamericanos rumbo al norte, o perseguir a quienes aquí se quedan, con la salvedad de las afinidades ideológicas.
Ambas actitudes se enmascaran con una patraña mayúscula: el subsidio de la siembra de árboles en Guatemala y El Salvador, principalmente, para convertir en madereros o recolectores frutales a quienes hoy miran escuálidos varejones, en el mejor de los casos.
En otros momentos, las matitas se han secado.
Es un cuento ridículo celebrado por la IV-T y sus infatigables mitologías, como el programa de reforestación más grande e importante del mundo, tanto como para proponérselo al G20 donde la diplomacia de la realpolitik frenó a las carcajadas.
En el otro extremo de la no política migratoria está el INM, cuyo director saliente, Francisco Garduño —por cierto— reúne los distintivos de la Cuarta Transformación: inepto, ignorante, displicente ante la irresponsabilidad, cargado de denuncias, y por todo lo anterior, impune y enchufado al carro del presupuesto.
Pronto, como a otros iguales, lo veremos en las nóminas inmortales del gobierno.
En esas condiciones, la titular del Ejecutivo ha decidido reunirse con los gobernadores de los estados fronterizos del norte para ver si a alguien se le ocurre algo, porque pronto vamos a tener expulsados hasta en la sopa.
Y no hay caldo para todos.
Trump, quien sí tiene una política migratoria definida (cruel, inhumana, fascista y demás), los va a echar. ¿A dónde? Por lo pronto al patio trasero (nosotros), pero con la advertencia soberana: primero veremos por los nuestros. A esos sí los queremos. Antes no; ahora sí.
Por eso, además de hablar con los gobernadores (para nada, si no tienen dinero), se envía a Juan Ramón de la Fuente a recorrer consulados. También para nada.
Entonces no queda más recurso: pedirle favores a Trump.
Ha dicho la SPEUM (señora presidenta de los Estados Unidos Mexicanos): le voy a pedir a EU la deportación de las personas a sus países, lo cual significa, a mí no me los eches.
Vaya cosa, el caudillo de la 4-T decía, malévolo y falso, vengan, aquí donde comen dos comen tres, porque dominamos la tecnología digital de echarles agua a los frijolitos; les vamos a dar empleo, les vamos a dar pájaro, jaula y alpiste.
Nunca fue posible, cuando más los carbonizamos en una jaula en Ciudad Juárez o les permitimos pedir limosna, con sus niños de ébano en el Viaducto de los haitianos.
Política migratoria…Vaya.
POR RAFAEL CARDONA
COLABORADOR
@CARDONARAFAEL
MAAZ