COLUMNA INVITADA

El Circo [II]

Los circos de antaño eran callejeros, las plazas de la Merced, Candelaria de los Patos, plazoleta de Santo Domingo, eran sus escenarios

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Atrás de la raya, que vamos a trabajar.

Los circos de antaño eran callejeros, las plazas de la Merced, Candelaria de los Patos, plazoleta de Santo Domingo, eran sus escenarios, entre otros espacios, “Abran paso, damas y caballeros, a los artistas que trabajan sin red protectora ni vestuario apropiado o artístico ni pista circular de aire ni lona siquiera sobre sus cabezas: sin nada, pues, pero llenos de fervor y atrevimiento. Con ustedes, señoras y señores, el circo callejero”.

La anterior cita, se la debemos al escritor Hugo Hiriart autor del libro Circo callejero Era/Conaculta, agrega, “La calle es la expresión misma de la libertad…en la calle no sólo se transita sino se come, se compra, se vende, se pasa el rato a manera de club social, se galantea y liga, se canta y se hacen circos y juglarías”.

El cronista don Antonio García Cubas, en su extraordinario volumen El Libros de mis Recuerdos Porrúa 1986, nos obsequia la siguiente postal, “…los lugares en que los cirqueros y volatines lucían su destreza, existían en la cuarta calle del Reloj y en la esquina del Puente del Santísimo”.

Agrega García Cubas, “Desde muy temprano empezaba a acudir la gente del pueblo, así como algunas familias con sus propios retoños y las niñeras con los ajenos; el caso es que, poco antes de dar principio la función, el circo ofrecía un completo lleno. Los concurrentes confunden su algarabía con los destemplados acordes…que desempeñaban los principales papeles el bombo y el clarinete”.

 En 1831 llegó de Nueva York a México el primer circo, se instaló en la Plaza se los Gallos; en octubre de 1864 el circo de Giusseppe Chiarini hace su presentación en México “Con 15 caballos en escena y 20 artistas. Se estableció originalmente en la calle de San Agustín y luego cambió su sede en la calle de Gante”, lo anterior de acuerdo al libro 200 años del espectáculo Ciudad de México Trilce /Océano 2010.

De acuerdo al libro antes citado “El Circo de Orrin llegó a la Ciudad de México en 1879 para establecerse en la plaza del Seminario, ligaba su nombre a uno de los payasos más célebres de la historia mexicana Ricardo Bell”.

Entre los actos más destacados de este circo fueron, La mujer mosca, una trapecista de 13 años, el niño acróbata, de nombre Nicolás, que contaba con tres años de edad, y la niña Sansón. Después vinieron otros circos entre ellos Variedades, Provisional, Hermanos Fuentes Gasca, Atayde, Flama, Unión, Osorio.

Los trapecistas hacen de las suyas, se lanzan al aire, abren sus brazos cual golondrina que vuelan, los espectadores no pierden detalle, suspiran; el Icaro circense es rescatado por otros brazos musculosos que lo acerca al otro columpio que oscila como péndulo de reloj de pared; el poeta español Ramón Gómez de la Serna, escribe “Los ángeles de la guarda protegen los trabajos en lo alto y retienen muchas veces por los pelos o por cualquier otra agarradera al que iba ya a caerse”.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ