¿Usted sabe que el tráfico de drogas comenzó de Estados Unidos hacia México y no al revés? ¿Ha leído que las farmacéuticas Pacífico Drug o la que manejaban los hermanos Langley, además de empresas como la Wells Fargo, contrabandeaban semilla de marihuana y opioides a Sinaloa a principios del siglo XX? ¿Tiene registrados los ultimátums y chantajes de las autoridades gringas hacia varios presidentes mexicanos para implementar una política de drogas que administre el mercado? Si lo desconoce, quizá deba leer el nuevo libro del sinaloense Froylán Encisco, historiador, periodista y funcionario público: De Sinaloa para el mundo, economía política del narcotráfico, editorial Veriscopio, donde revela, comprueba y desmiente distintas historias sobre el origen del contrabando contemporáneo de drogas.
En tiempos donde Trump amaga con imponer aranceles a México si no corta el tráfico de drogas; en tiempos donde The New York Times asegura que estudiantes universitarios de química son reclutados por las empresas criminales mexicanas para fabricar fentanilo y otras drogas que todavía ni existen; en tiempos donde la DEA usa a periodistas para divulgar verdades a medias, Froylán recurre a su disciplina académica para reconstruir una “interpretación” del tráfico de drogas entre 1920 y 1950, donde la prohibición de la marihuana, y luego de la amapola, trajo consigo un gran negocio que los estadounidenses, más que combatir, han optado por administrar.
La visita extraoficial a Sinaloa de Al Scharff, un excontrabandista y agente aduanal, o las campañas mediáticas en contra de los gobiernos de Lázaro Cárdenas, Ávila Camacho y de Miguel Alemán que orquestó Harry J. Anslinger, primer comisionado de la Oficina Federal de Narcóticos, le revelarán, o le confirmarán, que Estados Unidos permite la creación de organizaciones delincuenciales, las administra y aprovecha la corrupción de un gobierno para doblarlo.
Acuérdese cómo el Departamento de Estado gringo y la truculenta DEA, con la ayuda de periodistas afines, maquinaron infructuosas campañas en contra de AMLO. Lejos de ceder a sus políticas antidrogas, López Obrador echó de México a los agentes de agencias injerencistas. Derrotados, a los americanos se les ocurrió secuestrar a Ismael Zambada para desestabilizar Sinaloa.
Ahora usufructúan el enfrentamiento entre los grupos de los Guzmán y de los Zambada para instalar una narrativa muy netflixiana que confronte a la presidenta Sheinbaum. Narrativa que le allana el terreno a un Trump que amenaza con exterminar lo que la DEA bautizó como cárteles y que la prensa hegemónica y opositores llaman tramposamente “narcoterroristas”.
Leer a Froylán, y a otros historiadores del narco, le ayudará a entender ‘el narcosistema’ mexicano provocado por la Revolución, las dos guerras mundiales, el aumento del consumo de drogas en Estados Unidos, “el ocio toxicómano de las clases populares en México”, la codicia de los contrabandistas, los “cálculos geoestratégicos” de las autoridades estadounidenses (la injerencia), y la corrupción de políticos y de funcionarios públicos de ambos lados de la frontera. De pasada, sabrá que los chinos nada tuvieron que ver con el tráfico de opio.
POR ALEJANDRO ALMAZÁN
COLABORADOR
@ELALEXALMAZAN
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