COLUMNA INVITADA

Fomento a la participación electoral juvenil

Es importante que los jóvenes perciban el impacto colectivo de su voto. Resaltar ejemplos concretos donde la participación juvenil haya influido en decisiones políticas o cambios sociales puede inspirarlos

OPINIÓN

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Fernando Diaz Naranjo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Fernando Diaz Naranjo / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La participación de los jóvenes en las elecciones es un pilar fundamental para fortalecer la democracia, pues representa una oportunidad para que las nuevas generaciones influyan en el rumbo político y social de sus comunidades. Sin embargo, las tasas de participación juvenil suelen ser bajas en nuestra nación. ¿Qué estrategias pueden implementarse para incentivar su asistencia a las urnas?

En el contexto actual, la participación electoral de los jóvenes en México sigue siendo un desafío significativo, pues pese a que las y los ciudadanos de entre 18 a 29 años representan un sector importante del padrón electoral (aproximadamente 25 millones), históricamente son quienes menos acuden a las urnas. 

En las elecciones federales de 2018 y 2021, la participación de las y los jóvenes de 20 a 29 años no solo estuvieron por debajo del promedio nacional, además, fueron el sector de la población que menos asistió a las urnas, lo que evidencia una tendencia de baja participación en los procesos por los que se renuevan diversos cargos de elección popular.

Enfocándonos en el periodo electoral de 2018, en las que se renovó la Presidencia de la República junto la Cámara de diputaciones y la Cámara de Senadurías, se alcanzó una participación general del 63.4%. Sin embargo, las y los jóvenes de entre 20 y 29 años registraron la tasa de participación más baja, con solo un 52.8%. En contraste, los mayores de entre 60 y 69 años destacaron por ser los más activos, alcanzando tasas del 72.8% (60-64 años) y 73.3% (65-69 años).  

En tanto, en las elecciones intermedias de 2021, donde la participación total descendió al 51.8%, nuevamente las y los jóvenes de 20 a 24 años y de 25 a 29 años tuvieron los niveles más bajos de participación, con un 41.7% y un 39.6%, respectivamente. Por otro lado, las personas de entre 65 y 69 años mantuvieron la mayor participación, alcanzando un 68.4%.

En los procesos recientes, los jóvenes de 18 años muestran un entusiasmo inicial, probablemente incentivado por la novedad de ejercer su derecho al voto. Sin embargo, este interés tiende a disminuir a medida que crecen, debido a factores como una desconexión con las ofertas políticas y la falta de campañas específicamente dirigidas a sus intereses. Esta situación refleja que las estrategias tradicionales de los partidos políticos, principales actores de la competencia electoral no logran captar la atención de este grupo etario.

En suma, incrementar la participación juvenil en las elecciones requiere un esfuerzo coordinado entre instituciones, partidos y sociedad civil para crear un ambiente que incentive su involucramiento, escuchando sus inquietudes y ofreciéndoles opciones políticas atractivas y representativas.

Se debe tener presente que los jóvenes suelen informarse a través de redes sociales y plataformas digitales. Reforzar y pensar en nuevas formas de hacer campañas informativas en espacios como TikTok, Instagram o YouTube, creadas con lenguaje cercano y creativo, pueden captar su atención. 

Otro factor relevante para contemplar es que muchos jóvenes no se sienten representados en el discurso político, para conectar con ellos, es vital que las y los candidatos y partidos hablen sobre temas que les afectan directamente, como la educación (en particular las necesidades de la educación universitaria), el empleo para jóvenes, el cambio climático desde la perspectiva de las juventudes, las demandas en torno a la igualdad de género desde la perspectiva principalmente de las mujeres jóvenes y los derechos digitales que se ha convertido en un tema de violencia de género.

Cuando los mensajes provienen de personas de la misma edad, tienen mayor impacto; promover el liderazgo juvenil en campañas cívicas, crear grupos de voluntarios y espacios donde puedan dialogar y organizarse fortalece su implicación en el proceso electoral.

Aunque el voto es un derecho, una responsabilidad y una obligación, pequeños incentivos pueden aumentar la motivación. Por ejemplo, ofrecer descuentos en servicios culturales, transporte público, entradas a eventos para quienes participen en las elecciones, entre otros, puede ser un estímulo interesante; en el más reciente ejercicio electoral del país, esta dinámica se implementó obteniendo muy buenos resultados, deberá uniformarse y ampliarse para el resto del país.

Es importante que los jóvenes perciban el impacto colectivo de su voto. Resaltar ejemplos concretos donde la participación juvenil haya influido en decisiones políticas o cambios sociales puede inspirarlos, esto podría destacarse considerando otros indicadores a través de los estudios muestrales del voto que lleva a cabo el Instituto Nacional Electoral, por ejemplo.

Para que las juventudes asistan a votar, es necesario abordar sus intereses, eliminar barreras prácticas y generar un sentido de relevancia personal y colectiva. Una democracia sólida necesita de todas las voces, especialmente las de las generaciones más jóvenes, quienes tienen el poder y la creatividad para transformar el presente y construir un futuro más inclusivo y, por supuesto, participativo.

POR FERNANDO DÍAZ NARANJO  

COLABORADOR

EEZ