Cierto que el PAN vive horas bajas. Bajísimas. Sin embargo, más que verlo como un partido de oposición a los que estábamos acostumbrados: con capacidad de influir o definir votaciones legislativas, con oradores y argumentadores de nivel y con presencia pública, debemos verlos como lo que es en estos días: una oposición en construcción.
En efecto, el PAN tiene que planear desde cero. Esa es su situación, pedirle más no tiene sentido. El daño a la institución es severo. Creer que desde ahí saldrá un giro político que dé la vuelta a las cosas en el país, es ingenuo por decir lo menos.
No es un asunto solamente de personajes, también lo es del contexto político actual en que un partido opositor como el PAN se debate entre el error permanente y la irrelevancia.
Quienes criticamos al PAN no le damos respiro siquiera para la equivocación –natural en la política cotidiana- y muchos creen que sus líderes deben responder a los planteamientos fundacionales de ese partido (quizá ya ni vienen al caso) o al nivel intelectual que tuvieron algunos de sus dirigentes hace décadas. Es un error porque no va a ser así pero también porque la política de estos días es otra muy diferente incluso a la de hace diez años.
El PAN anunció su apoyo a la presidenta Sheinbaum en la compleja relación que tendrá con Donald Trump. Por supuesto es una ayuda que la presidenta no necesita y le importa un pepino. De hecho, ni les contestó lo cual es una descortesía verdaderamente innecesaria.
Cada vez que el PAN haga un llamado, aunque sea de apoyo, se arriesga a que le contesten con alguna majadería. No importa, ese partido tiene que crear presencia y el tema del presidente estadounidense es un buen tema para asomarse a la arena pública. En eso fue un acierto. No importa que no cimbre a la opinión nacional que, por supuesto, no está con el blanquiazul, el hecho de presentarse con una posición clara, ayuda. Deberá subirse una y otra vez en el asunto.
Si algo ha afectado al PAN es su ausencia en los debates públicos. Los temas pasan y la política panista brilla por su ausencia. A veces un destello de algún personaje, pero ni para señalar tranzas y errores parecen moverse.
Cierto, las generalidades son injustas y seguramente hay muchos que trabajan, pero el reflejo de ese trabajo es casi nulo. Las gobernadoras panistas tienen que atender sus estados solas. No tienen de otra y no cuentan con un partido sólido y potente que las cuide y salga por ellas.
Será cuesta arriba lo que le toca al panismo hacer para poder avanzar un poco. Más allá de hacer una limpia con sus personajes que generan una verdadera mala imagen al partido, la presencia constante es una actividad toral en la reconstrucción de su imagen. Meterse a los temas sin esperar respuesta positiva del gobierno o de la crítica. Hay veces que se tienen que caminar solo y en esas anda el PAN.
POR JUAN IGNACIO ZAVALA
@JUANIZAVALA
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