ESCRIBIR CON LUZ

De vuelta a Comala

La fotografía fue unos de los primeros intereses artísticos de Juan Rulfo, retrató especialmente el paisaje y la vida rural

OPINIÓN

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Cynthia Mileva / Escribir con luz / Opinión El Heraldo de México
Cynthia Mileva / Escribir con luz / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De vez en cuando nos da por reavivar fuegos de viejas letras. La tecnología, los derechos de autor o la búsqueda de nuevos clásicos permiten que cada vez más, obras literarias lleguen a la pantalla y en estos días, la tinta latinoamericana está con todo en las plataformas de streaming con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, Como agua para chocolate de Laura Esquivel y Pedro Páramo de Juan Rulfo.

Esta última muy bien acogida por la crítica y sobre todo por sus lectores. Pero no es el tema que hoy me ocupa, sino aprovechar la “rulfomanía”, que suele acarrear estos lanzamientos, para revisar otra fase de uno de los escritores mexicanos más queridos: su obra fotográfica. 

Para sorpresa de algunos, la fotografía fue el primer amor creativo de Rulfo, incluso más de una década antes que sus primeros escritos salieran a la luz.

Desde las bondades de un trabajo itinerante acompañado de su cámara Rolleiflex, el gusto por el senderismo y su interés por la diversidad cultural del país le brindaron la posibilidad de crear un acervo de miles de negativos en una época en que la fotografía se construía desde la destreza técnica.

Su acervo fotográfico, principalmente de paisaje, arquitectura y la vida cotidiana de pueblos rurales, llegó a reconocerse en vida, aunque la revisión póstuma de su obra fotográfica lo ha llevado a salas importantes de exhibición y publicaciones de libros muy bellos.

Rulfo fue un gran intérprete de lo que observó. Más allá de un registro etnológico o naturalista, su visión retratada tiene una profundidad humanista.

La sutileza poética que flota entre sus pasajes literarios tremendistas es la misma que recorre sus fotos de paisajes áridos y detalles de cactus espinosos. Casi como un juego sinestésico, el silencio de sus fotografías evocan los murmullos que leemos en sus textos.

POR CYNTHIA MILEVA   

CYNTHIA.MILEVA@HOTMAIL.COM

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