COLUMNA INVITADA

La cruel realidad de los presos políticos, empezar un nuevo año injustamente encarcelados

Estas fechas, Navidad y año nuevo, son momentos de unión, esperanza y paz. Sin embargo, para los presos políticos son un recordatorio triste de la crueldad

OPINIÓN

·
Mariana Gómez del Campo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México
Mariana Gómez del Campo / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Dedico esta columna a mi querido amigo Williams Dávila, preso político de la dictadura en Venezuela. Político íntegro y firme en sus convicciones defensor de la libertad y de la democracia.

Estas fechas, Navidad y año nuevo, son momentos de unión, esperanza y paz. Sin embargo, para los presos políticos son un recordatorio triste de la crueldad de los regímenes autoritarios. Miles de hombres y mujeres permanecen encarcelados únicamente por pensar diferente, por expresar sus ideas y anhelar un país libre. Este 24 de diciembre no hubo abrazos, cenas familiares, ni risas para ellos; hubo soledad, frío, y la angustia de una libertad arrebatada injustamente.

En Cuba, Nicaragua y Venezuela el solo hecho de alzar la voz en contra de los regímenes puede ser considerado un delito. Estos prisioneros son maestros, periodistas, artistas, activistas. Su único “crimen” ha sido soñar con un país donde el pensamiento crítico y la libertad de expresión no sean castigados. Han sido sometidos a procesos judiciales arbitrarios y condenados a penas desproporcionadas, en condiciones carcelarias que violan los derechos humanos más básicos.

El sufrimiento no se limita a las rejas. Muchos de estos presos enfrentan problemas graves de salud. Enfermedades crónicas, desnutrición, falta de atención médica adecuada y el impacto psicológico del aislamiento han deteriorado sus cuerpos y mentes. Estas personas no solo están privadas de su libertad, sino también de un trato digno. Los reportes de tortura psicológica, amenazas y condiciones insalubres son frecuentes y revelan la magnitud de la crueldad del sistema penitenciario cubano.

Empezar el año lejos de sus familias, es un golpe más para estos hombres y mujeres. Mientras el resto del mundo celebra, ellos enfrentan la tristeza de la separación, la preocupación por sus seres queridos y la incertidumbre sobre el futuro. Padres que no ven a sus hijos crecer, esposos que no comparten un abrazo con su pareja, abuelos que envejecen sin ver a sus nietos. La ausencia pesa, y la represión no solo los afecta a ellos, sino también a quienes los aman.

El año 2025 comienza para ellos como terminó el anterior: tras las rejas. Pero su situación no debe ser olvidada. Recordar a los presos políticos es una forma de darles voz, de denunciar la injusticia que sufren y de mantener viva la esperanza de que un día recuperen su libertad.

Hoy más que nunca, es necesario exigir la libertad de estas personas. La lucha por los derechos humanos no tiene fronteras ni descanso. Aunque las cadenas de los regímenes sean tan fuertes, la solidaridad internacional, el compromiso con la justicia y la esperanza de un país libre pueden ser más poderosos. Porque nadie debería pasar otra Navidad y otro Año Nuevo en prisión simplemente por pensar diferente.

POR MARIANA GÓMEZ DEL CAMPO

Presidenta de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA)

MAAZ