COLUMNA INVITADA

Viviendas turísticas: un motor económico y social

En AMVITUR estamos comprometidos con impulsar un desarrollo equilibrado del sector, promoviendo su integración a la cadena productiva nacional y fomentando políticas que maximicen su impacto positivo, sin restringir su potencial

OPINIÓN

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Sean Cázares Ahearne / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México
Sean Cázares Ahearne / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Las viviendas turísticas representan una oportunidad única para el desarrollo económico y social en México. Su capacidad para dinamizar economías locales, empoderar a familias y diversificar la oferta turística ha quedado demostrada en diversas ciudades del mundo, donde políticas innovadoras han logrado un equilibrio entre regulación y crecimiento del sector.

En AMVITUR estamos comprometidos con impulsar un desarrollo equilibrado del sector, promoviendo su integración a la cadena productiva nacional y fomentando políticas que maximicen su impacto positivo, sin restringir su potencial.

El turismo es un motor económico de gran alcance. Sin embargo, su verdadero potencial se materializa cuando las comunidades locales son beneficiadas directamente. En este sentido, las viviendas turísticas se han consolidado como una herramienta clave. En lugar de centralizar la actividad turística en zonas tradicionales, permiten que áreas menos exploradas florezcan como polos de desarrollo económico. Este modelo no solo beneficia a propietarios y anfitriones, sino también a pequeños negocios, desde panaderías hasta servicios culturales, que encuentran en el turismo descentralizado una nueva fuente de ingresos.

El impacto económico y social de las viviendas turísticas es evidente. Según cifras recientes, este modelo genera $16,700 millones de pesos anuales en ingresos y ha permitido a más de 160 mil familias emprender y obtener una fuente estable de recursos. Además, para el 72.5% de los anfitriones en México, representa un complemento fundamental a su ingreso corriente. Estos datos reflejan la capacidad del sector para integrarse como un actor estratégico en la economía formal, beneficiando tanto a comunidades, como a pequeños negocios.

A nivel local, el aporte de las viviendas turísticas se extiende más allá del hospedaje. Generan $679 millones de pesos en derrama económica por la adquisición de bienes y servicios, fortaleciendo a comercios locales y mipymes. De hecho, el 23% de los ingresos de los anfitriones se destina al pago de nómina, lo que genera 48,800 nuevos puestos de trabajo remunerados a nivel nacional al año, más de la mitad ocupados por mujeres.

Otro pilar importante es la contribución fiscal del sector. Entre 2017 y 2023, las viviendas turísticas aportaron $2,200 millones de pesos en Impuesto sobre Hospedaje (ISH) a nivel nacional, con $500 millones provenientes solo de la Ciudad de México. Este gravamen, que representa el 28% del costo total de cada reserva, puede ser una fuente clave para financiar programas sociales y proyectos de desarrollo urbano que beneficien directamente a las comunidades. Propuestas como destinar parte de este impuesto a la renovación de espacios públicos o al fortalecimiento de servicios básicos podrían consolidar aún más el impacto positivo de este modelo.

En el panorama internacional, las regulaciones exitosas han demostrado que es posible fomentar el crecimiento del sector sin restringirlo. En Italia, por ejemplo, se promueve una estancia mínima de dos noches en zonas de alta densidad turística. Esta medida no solo reduce el "turismo de paso", sino que impulsa una mayor derrama económica en las comunidades locales y fortalece la relación entre anfitriones y visitantes. Este enfoque refleja un compromiso por mantener el turismo sostenible mientras se respetan las dinámicas locales.

La integración plena de las viviendas turísticas a la economía formal también implica reconocerlas como parte fundamental de la cadena productiva. Desde talleres de artesanos, hasta proveedores de servicios de limpieza, este sector genera oportunidades económicas para una amplia variedad de negocios. Por cada peso que genera una vivienda turística, se multiplican los beneficios en su entorno inmediato, creando un círculo virtuoso de desarrollo y bienestar comunitario.

La clave para lograr esto radica en el diálogo. Establecer mesas de trabajo entre autoridades, comunidades y representantes del sector, como AMVITUR, es el camino para construir políticas que reflejen las necesidades y aspiraciones de todos los actores. Por esto, hemos sostenido reuniones con funcionarios públicos como Fadlala Akabani Hneide, Subsecretario de Gobierno de la Ciudad de México, y Luisa Ledesma, Presidenta de la Comisión de Turismo de la capital del país.

Este enfoque colaborativo no solo promueve la transparencia, sino que también asegura que las regulaciones estén fundamentadas en datos y experiencias reales. Observamos con optimismo cómo, desde las autoridades, se empiezan a abrir puertas al diálogo. Estos primeros acercamientos representan un indicio alentador del creciente reconocimiento hacia el potencial transformador de las viviendas turísticas como motor económico y social.

El turismo no solo conecta a visitantes con destinos, sino también con el alma de las comunidades. Las viviendas turísticas son una manifestación de esta idea, vinculando a visitantes con experiencias auténticas y generando beneficios para miles de familias. En AMVITUR seguimos comprometidos con esta visión: un turismo inclusivo, sostenible y humano que contribuya al desarrollo de un México más próspero para todas y todos.

POR SEAN CÁZARES AHEARNE

DIRECTOR GENERAL DE LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE VIVIENDAS TURÍSTICAS

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