Que difícil ha sido sentirme bella: durante gran parte de mi vida estuve inconforme con mi cabello rizado, de ser trompuda, de mi cuerpo llenito. Evitaba verme en el espejo y no me tomaba fotos porque consideraba que no era tan bella como otras.
Ahora, en un mundo que presume ser más inclusivo, me pregunto: ¿tengo el valor de aceptar mi belleza o sigo anhelando ser un estereotipo? Para intentar resolver este dilema, lo primero es entender ¿qué es la belleza?
Según Umberto Eco, este es un concepto en movimiento que cambia de acuerdo al contexto social, histórico y cultural, por ejemplo, en la Antigua Grecia la belleza estaba ligada a la proporción matemática y a la funcionalidad física, un cuerpo atlético era bello porque reflejaba salud y preparación para la vida cotidiana.
En México, durante años, la publicidad y las telenovelas nos mostraban a una mujer bella como alguien de cabello rubio, tez blanca, con curvas pero delgadas, como Silvia Pinal, Angélica María, Lucero se convirtieron en el estándar. En mi generación, la belleza comenzó a diversificarse un poco más, aunque se siguió enalteciendo la delgadez y los rasgos finos.
Estereotipos insostenibles hasta para las mismas actrices, recordemos la anorexia de Anahí, el bullying a Angélica Vale por no ser como su madre, o las declaraciones de Kate Winslet sobre las críticas a su cuerpo.
Este año, la campaña de Natura, “¿Y si tu belleza inspirará a otras bellezas?”, en la que participó Biby Gaytán, Hypatia Rosado, Teresuch, Rosshanna y Esmeralda Soto, quienes reflejaron la diversidad de bellezas que existen. Este mensaje me hizo darme cuenta que durante años no he tenido el valor de aceptar mi propia belleza, mucho menos de presumirla. En el fondo, sigo apegada a un estereotipo.
¿Qué es lo que me impide resaltar mi belleza? Cobardía, pues hasta la fecha ser diferente no es fácil, tiene que estar dispuesta a que te juzguen, pienso en Frida Kahlo, decidió vestir de tehuana, dejarse crecer su cejas y no le importaba si tenía bigote, su forma de expresar su belleza se convirtieron en parte de su legado y una de las razones por las que se le sigue recordando.
¿Qué hacer para resaltar mi belleza?
1. Definir qué es belleza para mí. Con todos los estereotipos que viven en mi cabeza, he llegado a la conclusión de que la belleza, para mí, es seguridad. Seguridad para decir lo que pienso, vestir lo que me gusta y materializar mis ideas.
2. Identificar lo que debo modificar para sentirme segura. Hay cosas de mí que he ajustado para sentirme cómoda. Por ejemplo, mi boca trompuda: llevo tres años en tratamiento odontológico. También he adquirido el hábito de hacer ejercicio y mantener una alimentación balanceada.
3. Ser tolerante a la frustración. La belleza perfecta es inalcanzable, es como en la vida, cuando todo parece estar bajo control, algo cambia. A los 30, empecé a lidiar con acné. ¿Qué me queda? Aceptar que forma parte del camino, cuidarme, pero no permitir que eso me reste seguridad.
4. Aprender a ser más yo. La gente que me quiere siempre me sugiere según su perspectiva lo que me queda mejor, cabello largo o corto, qué tonos de ropa, etc., pero lo importante es que yo me mire al espejo y pueda reconocerme y decirle sí a lo que va conmigo.
5. Disfrutar de mi transformación: La belleza es un proceso que lleva tiempo, el maquillaje y la ropa es el último paso, la transformación empieza, aunque suene trillado de adentro hacia fuera. En mi caso, trabajar en mi belleza ha sido un camino para mejorar como persona y mantenerme en constante aprendizaje.
6. Elegir la marca de belleza que me ayude a resaltar lo que soy: el último paso, y no menos importante, es elegir los productos acordes a mí y Natura, es una marca con la que hasta ahora había tenido poco contacto, pero ese año me cautivó con su campaña: “¿Y si tu belleza inspirará a otras bellezas?” además descubrí que se esfuerzan por desarrollar productos inclusivos y responsables con el medio ambiente.
Después de años de vivir este dilema, he comprendido que la belleza tiene un significado distinto para cada persona y que refleja lo que tenemos en la mente, por ello sobra espacio para ser auténtica e inspirar.
POR DULCE ELENA GALINDO VILLA
COLABORADORA
@DULCEGALINDOVILLA
MAAZ