El asesinato del diputado federal veracruzano Benito Aguas Atlahua (además de lo condenable que es el hecho por sí mismo), significa el primer gran reto que enfrenta Rocío Nahle en materia de impartición de justicia, después de las malas cuentas que en ese rubro (y otros tantos), entregó Cuitláhuac García.
Benito Aguas no sólo era legislador por Zongolica, también se desempeñó como alcalde de dicho municipio, y su trabajo en la emblemática zona serrana combatiendo la pobreza extrema lo instaló en el corazón de la gente; su asesinato parece no tener explicación lógica.
El caso de Benito Aguas se registra, además, en un complicado contexto para la Fiscal del Estado, Verónica Hernández, a quien siempre se le ubicó cercana al exsecretario de gobierno veracruzano, Eric Cisneros Burgos, personaje respaldado por Cuitláhuac García que creyó podía quitarle (en su momento), la candidatura a Rocío Nahle.
Así pues, la salida de la Fiscal Hernández se antoja inminente, tanto por su presunta cercanía con un personaje “non grato” para la extitular de Energía, como por una petición expresa que hicieron los colectivos que buscan a sus desaparecidos en el estado, durante una reunión con la gobernadora.
Resolver el caso del asesinato de Benito Aguas a la brevedad no sólo es necesario para la Fiscal Hernández, resulta auténticamente urgente, aunque hacerlo no signifique que salve el cargo, pues ya trasciende que Nahle tiene a su relevo en puerta, previa iniciativa aprobada por el congreso local para remover al titular de ese organismo a la mitad de su periodo.
Además, en la rapidez y efectividad que Nahle muestre para entregar resultados sobre el caso del diputado Aguas, empezará a marcar distancia respecto a la inoperancia que el gobierno de su antecesor tuvo… y para ello deberá trabajar (al menos en esta ocasión) con la Fiscal Hernández.
Pasaron únicamente 10 días para que Nahle tuviera su primera prueba de fuego ante un caso de terrible violencia: el asesinato de un personaje que aunque hoy se desempeñaba en la política, se ubica más en el campo de las personas emocionalmente vinculadas con el pueblo de escasos recursos.
POR ALEJANDRO AGUIRRE GUERRERO
PAL