Columna invitada

Antes que republicanos o demócratas son gringos

Se ha hecho evidente un fenómeno bastante interesante, pero para nada nuevo, tras los resultados de las elecciones en Estados Unidos

Antes que republicanos o demócratas son gringos
Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Se ha hecho evidente un fenómeno bastante interesante, pero para nada nuevo, tras los resultados de las elecciones en Estados Unidos: el racismo, el clasismo y la xenofobia no dependen de si uno es republicano o demócrata; es una peste que ronda en varios sectores de la población estadounidense, más allá de su afiliación política. Y bueno... de la ignorancia ni se diga. 

Las y los votantes demócratas han sacado comentarios que solemos vincular con la derecha estadounidense. Quieren deportar a los inmigrantes ilegales porque un gran número de latinos votaron por Trump. Así mismo muestran tener una falta de empatía con la situación en Palestina por la misma razón, derivado de la participación de la comunidad musulmana en las elecciones. De por sí, utilizar tales términos es problemático, pues lleva a la generalización de grupos bastante diversos entre ellos.

Un cubano y un mexicano, ambos migrantes hispanohablantes y ciudadanos de Estados Unidos, tienen contextos, intereses y motivos diferentes detrás de su voto. Clasificarlos a los dos bajo la categoría de latinos para poder antagonizarlos debido a la victoria de Trump es un ataque con tintes racistas, sin importar de dónde provenga. No son homogéneos; cada uno, como el resto de la población, tiene sus razones. No obstante, para los estadounidenses, las minorías migrantes no son capaces de pensar por sí mismas y ejercer su libertad de votantes; al parecer, siempre deben su voto a alguien.

Tal vez algo que las y los demócratas le deberían de agradecer a Donald Trump es que durante mucho tiempo fabricó la ilusión de que el racismo y la xenofobia eran características de él y sus seguidores. Se colgaron de su retórica. Claro que un análisis más profundo a los discursos, las políticas y la historia de la nación haría ver que no importa el partido político. Las guerras no dependían de uno u otro. Los sentimientos se manifiestan una vez que el contexto lo permite.

Muchos estadounidenses están utilizando un discurso de deportación que regresa a la comunidad latina a un estatus de ciudadanos de segundo nivel. Se refieren a ellos como si fueran sujetos ajenos a la nación. A fin de cuentas, cuando las condiciones se presentan, no hablan tan diferente de aquellos a quienes critican.

Hay mucho que reflexionar, de eso no hay duda. Los altos números de votantes que encontró Donald Trump con la población hispanohablante generarán varios debates y análisis. No obstante, también refleja que es un grupo heterogéneo y que dentro del mismo se encuentran sus propios intereses.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

MAAZ

 

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