Con un estilo de campaña basado en la confrontación, el miedo y la promesa de restaurar la economía, Donald Trump logró consolidar su regreso al poder. Después de una administración polarizadora, juicios políticos, cargos criminales y un impacto incalculable en el tejido democrático de la nación, el candidato Republicano desafió las expectativas internacionales y logró un margen de victoria que hace apenas unas semanas resultaba impensable.
Este resultado se puede explicar desde la estrategia electoral y desde su profundo entendimiento de las demandas del electorado estadounidense.
En 2020 alcanzó 74 millones de votos, con lo cual logró 232 escaños en el Colegio Electoral. El martes pasado su votación no logró superar aquel umbral de sufragios, pero el rendimiento fue significativamente superior: 295 lugares en el Colegio.
La ganancia trumpista se extiende por todo el territorio: respecto a 2020 mejoró su porcentaje de votación en 90% de los condados. Sin embargo, la focalización en los estados con mayoría inestable es evidente: ganó en las siete entidades donde estaba en juego la elección.
Pero el dato que más ha sorprendido es que el expresidente logró mejorar su votación en grupos poblacionales que históricamente apoyaban al Partido Demócrata, incluyendo a latinos y afroamericanos.
El éxito del magnate se debe, en gran medida, a su habilidad para canalizar el resentimiento de un sector significativo del electorado que considera que la clase política tradicional ha ignorado sus necesidades. El tres veces candidato presidencial logró presentarse como un externo a la política y ofrecer la esperanza de “hacer a América grande de nuevo".
Por un lado, el Republicano volvió a recurrir a una retórica agresiva contra la migración. Con promesas de “sellar la frontera” y ejecutar la mayor deportación masiva en la historia del país, logró movilizar a una base de la población que percibe la inmigración como una amenaza a su modo de vida y a la cultura estadounidense.
Por otro lado, la narrativa económica fue uno de los motores de su victoria. La teoría del voto con el bolsillo, postulada desde hace décadas por autores influyentes como Campbell y Converse, sostiene que las personas votan de acuerdo a los cambios en sus circunstancias económicas a nivel individual. A pesar de que, en términos macroeconómicos, Estados Unidos ha mostrado crecimiento, la percepción de buena parte de la ciudadanía es negativa. Para muchos, el precio de la vivienda y el encarecimiento de productos esenciales han opacado los datos de recuperación. El expresidente - como astuto estratega - supo aprovechar este descontento y transformarlo en un mensaje de "rescate económico".
Con su victoria, Trump ha vuelto a poner en jaque a sus rivales políticos y ha expuesto las divisiones dentro del Partido Demócrata.
La democracia en el mundo enfrenta desafíos sin precedentes en un contexto de polarización. Si bien los próximos años estarán marcados por políticas radicales y un clima de incertidumbre, el verdadero impacto de este cambio dependerá de cómo responda el sistema democrático y si puede adaptarse o no a las presiones que suponen figuras políticas disruptivas. Las instituciones de la democracia serán llamadas al duro examen de la historia.
POR AMALIA PULIDO
@pulido_amalia
Presidenta del Instituto Electoral del Edomex
MAAZ