CUERPO Y ALMA

Muertas en vida

No son pocas y ningún país se libra

OPINIÓN

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María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de México
María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Pasaron los días de muertos, pero muchas de ellas siguen sin rumbo en este plano. No venían de visita, son las mujeres víctimas de violencia psicológica de género cuya autoestima ha sido afectada por las agresiones al grado de someterlas a una especie de limbo donde su capacidad de fijar límites ya no existe. Están muertas en vida.

Dediqué mi investigación doctoral precisamente a analizar los riesgos y efectos de esa forma de violencia machista y decidí nombrar a las millones de víctimas invisibilizadas tras la normalización de conductas como celos disfrazados de protección, bromas hirientes, control del tiempo, gritos y humillaciones a través de un término: feminicidio emocional. 

No son pocas y ningún país se libra. Algunos datos para dimensionar: en México, 51.6% de las mujeres se reconocen como víctimas de violencia psicológica de género, de acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares que el INEGI presentó en agosto de 2022; en Colombia, Corporación Sisma Mujeres también la ubica en primer lugar, con 54%, y la Encuesta de la UNESCO sobre Violencia a Jóvenes en Instituciones de Educación Superior de América Latina y el Caribe, presentada en marzo de 2023, reveló que 53% de las participantes la han sufrido en su entorno escolar, a propósito del Día Internacional contra el Acoso Escolar, a conmemorarse este jueves 7 de noviembre.

Las cifras oficiales nunca alcanzarán a registrar la realidad, no sólo porque el cotidiano abuso minimizado socialmente encuentra espejo incluso a nivel interior cuando la víctima se convence de que no es para tanto o no siempre es tan malo con ella, sino también porque probar estas agresiones en el sistema judicial es un proceso largo y complejo. La falta de formación en perspectiva de género de parte de las y los Ministerios Públicos y jueces con frecuencia envía esos expedientes a un archivo abandonado que sólo vuelve a ver la luz cuando la denunciante pasó de problemas psicológicos al feminicidio material, la más atroz expresión de violencia machista. Sobran ejemplos y basta recordar a Abril Pérez o Luz Raquel Padilla.

Por eso importa nombrar y combatir las violencias desde su más sutil e inicial manifestación. No queremos más altares a mujeres asesinadas en razón de género, tampoco muertas en vida ignoradas por una sociedad sorda a sus gritos de auxilio. Ahí están, ¿las escuchas?

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA
@MAELENAESPARZA

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