El Doctor Patán vio con preocupación a la élite moral del movimiento, casos de Noroña y el ex ministro Zaldívar, convocando con desesperación a los juristas de la patria porque, parece, nadie se apunta como candidato a juzgador. Vaya, que estamos ante un panorama que no parece propio de la 4T, conocida por su eficacia: 600 millones de boletas, 170 mil casillas y 52 mil funcionarios para cuatro pelados que se apunten a la elección. Se va a ver muy mal.
Por eso, y toda vez que decidí renunciar a la carrera presidencial, como ya anuncié, me di un manotazo en el muslo, me levanté del sillón y dije, convencido: “Al carajo. Me inscribo en Humanitas, saco la licenciatura y me apunto a la siguiente elección”. Aclaro: a la siguiente, porque el plazo para inscribirse a ésta termina el domingo, y ni Humanitas o Cúspide, sacan un abogado de viernes a domingo. Creo. De todas maneras, mi consultorio me exige mucho, y no tendría tiempo de irme a inscribir. Los pacientes son primero. “No importa. De aquí a febrero me aviento la licenciatura y hasta —por decir— una especialidad en Derecho constitucional, en la noble tradición del doctor Monreal, para contribuir a que no se repita lo de esta convocatoria”, me dije. “Y puedo, en el resto del año, perfilar una campaña ganadora”. Me vi: togado, pluma en mano, apoyando a la ministra del pueblo y a mi Yasmín en los debates de la Suprema Corte.
“O no. No quiero ser tan ambicioso”, pensé. No tengo ni la estatura de juristas de esa categoría, ni, como pasa sobre todo en el caso de mi Lenia, esa capacidad para conectar con el pueblo. Soy consciente de que no se trata nada más de pasar de la Suburban al Metrobús y de gritar “¡Hija de su reputísima madre!”. Ojalá fuera tan fácil. Así que, pensé, igual apunto a una plaza de juez o magistrado. No suena mal, ¿no? “Magistrado Patán” o “juez de primera instancia Patán”. O, uf, “señoría”. Me entusiasmó. El lunes voy a inscribirme.
Nada más una pregunta, para los que ya tienen experiencia en estos terrenos: ¿toma mucho tiempo lo de chambear como juez? Lo pregunto porque vi la cuestión del salario y las prestaciones y sí representarían un bajón en el nivel de vida. Están muy del bienestar, pues, como tiene que ser en un país que ha abandonado el lujo corrupto del neoliberalismo para abrazar la austeridad republicana. Entonces, en el entendido de que en la Cuarta ya fue erradicada la corrupción, me vería obligado a compaginar el ejercicio de la justicia, con mis horas de consultorio y mis colaboraciones en “El Heraldo”. Bueno, salvo que alguien me pase el secreto para estar en varias nóminas del sector público, o al menos de poner a algún familiar a trabajar para el pueblo y completar la quincena. A ver si alguien entre los Taddei, Concheiro o Batres me manda un mensajito directo.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
PAL