La escena mexicana se revitaliza con el trabajo de un creador que desnuda el paradigma que sostiene al sistema social, al capitalismo y la explotación que deshumaniza y cosifica a los seres humanos. En la escenificación “Zombis comunistas”, de Anacarsis Ramos, que recientemente vimos en el Centro Cultural de España en México, se aprecia la profundidad crítica para reflexionar el mundo, a través del uso de un recurso muy frecuente en la industria cinematográfica de Hollywood: La era zombi.
El autor y director retoma elementos de la cultura de masas para hacerla explotar por dentro. En “Zombis comunistas”, Ramos recurre a un lenguaje que hace a un lado la teatralidad convencional. Se acerca al público y lo convierte en parte del acontecimiento, pues le coloca en una situación de riesgo frente a los cuestionamientos que el espectador debe hacerse a sí mismo en relación con la exposición de un mundo y una humanidad que se van por el abismo.
Hace mucho que no veíamos en la escena mexicana una voz comprometida, auténtica, honrada, eficaz y políticamente incorrecta; una voz que transgrede y pone en jaque a las estructuras sociales que sostienen al capitalismo, para pensar de dónde proviene la crisis que la humanidad vive en la civilización contemporánea.
La propuesta artística de Anacarsis Ramos recupera la naturaleza política de la escena; política, en la medida de comprometerse con un posicionamiento frente a lo que pasa en el mundo. No teme ser señalado, tampoco estigmatizado, dice lo que debe decir, sin censura; y hace cuestionamientos pertinentes, a través de un artefacto escénico que reproduce el formato de una conferencia académica.
El humor y la ironía son utilizadas magistralmente por Ramos, recursos que fortalecen la creatividad y, con ella, al pensamiento crítico. En “Zombis comunistas”, Ramos no busca complacer sino confrontar. Hace alusiones directas a la decadencia esnob de los modelos académicos y del arte mismo que, según entendemos, estarían siendo parte de la crisis humana, al reproducir la estratificación social y los modelos de producción que explotan a los ciudadanos del mundo.
Esta obra se ve fácil, pero la tarea que deja para la reflexión es compleja, como es todo aquel pensamiento que profundiza y no se conforma con la superficialidad, en este caso, del artificio.
Anacarsis Ramos ha crecido a pasos acelerados. Su energía y pasión por la escena es absolutamente elocuente. Es riguroso con su propio trabajo, lo sabemos porque hace alusión a su quehacer y también lo cuestiona.
“Zombis comunistas” se podrá ver en la Casa del Lago, de la UNAM, el 23 y 24 de noviembre. Por supuesto que la recomendamos, es pertinente y una gran aportación a la escena mexicana. Además de esta puesta en escena, también en noviembre, se presentará “Jodidxs” (que ya tuvimos la oportunidad de reflexionar en este espacio), creada y dirigida por Anacarsis Ramos, en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, el 29 y 30 de noviembre; además el joven creador estrenará la obra “Mi madre y el dinero”, en el Teatro Juan de la Cabada, en Campeche, Campeche, el 14 de diciembre.
Da gusto ver esta manera de concebir la escena contemporánea. Esperamos que el talento de Ramos dure por muchos años, pues es de esas voces críticas que el arte y la sociedad necesitan. Recientemente, el creador participó en la Muestra Nacional de Teatro, con la obra “Jodidxs”, lo que prende las luces de alerta, pues ya fue detectado por los encargados de legitimar proyectos artísticos, y en esa tarea llevan también la innoble acción de acallar talentos. Pero toquemos madera y disfrutemos los planteamientos escénicos que Anacarsis ofrece con pasión e inteligencia.
POR JUAN HERNÁNDEZ
COLABORADOR
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