En memoria de Beatriz Bernal, QEPD
Después de seis años de ausencia de los grandes foros internacionales, México regresa, por fin, al lugar que debería ocupar. La decisión de la presidenta Claudia Sheinbaum de asistir a la reunión cumbre del grupo de los 20 marca lo que podría ser el reinicio de la actividad diplomática mexicana de alto nivel.
Una golondrina no hace verano, es cierto, y un viaje internacional no cambia el impacto que ha tenido la peculiar política exterior (es un decir) implementada por el gobierno de AMLO. No basta un viaje, por supuesto, pero el que a mes y medio de haber tomado posesión la Presidenta decida acudir y sacarle el mayor provecho a lo que será una estancia breve (no olvidemos que debe estar de regreso para las conmemoraciones del 20 de noviembre), es una señal alentadora.
Mucho se dice acerca de la utilidad o no de las Cumbres internacionales, y es justo reconocer que son ejercicios un tanto desgastados por la costumbre, por los excesos retóricos, por la falta de cumplimiento de los acuerdos, y por los afanes protagónicos de algunos de los participantes. Pero, aún así, son mucho mayores los beneficios: de entrada, en un mundo azotado por los conflictos, todo canal que contribuya al reforzamiento (o supervivencia) de los mecanismos multilaterales debe ser aplaudido. En el G 20 no sólo se dan discursos grandilocuentes y posicionamientos ambiciosos, por no decirles hipócritas, también está una parte sustantiva que tiene que ver con las conversaciones, acuerdos y desacuerdos que se pueden obtener en corto, en lo que se llaman las “reuniones al margen”.
La presidenta Sheinbaum parece haber aprovechado al máximo esa oportunidad de la reunión, programando encuentros privados con buena parte de los asistentes. A reserva de conocer en detalle los contenidos de dichas conversaciones, no es cosa menor el poder establecer diálogo personal con algunas de las figuras que hoy por hoy marcan la agenda mundial, llámense Biden, Xi Jinping, Macron, Modi o Lula, por sólo mencionar algunos. Y también merece notarse con quiénes no hubo conversaciones, como en el caso del presidente argentino Milei, muy ocupado en tratar de sabotear el comunicado conjunto y algunos de los acuerdos previamente alcanzados.
Y ni qué decir del reencuentro con América Latina, que al margen de los designios de Milei sigue reflejando un importante sesgo social demócrata o abiertamente izquierdista. La foto de Sheinbaum con Lula, Petro y Boric sirve de recordatorio de que la izquierda democrática goza de cabal salud en nuestro hemisferio.
Nada de esto basta para reparar los múltiples yerros y excesos de años anteriores, me queda claro. Pero en política las señales y los símbolos cuentan y mucho, y por ello espero que este primer viaje internacional de la Presidenta de México sea augurio de una mirada más amplia y ambiciosa al mundo que nos rodea.
Si ya nos toca vivir tiempos interesantes, como reza el refrán chino, hagámoslo como parte integral de la comunidad internacional.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC
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