Temo informarles -especialmente a Luisa María Alcalde, ex secretaria de Gobernación, hoy líder de Morena-, que las elecciones no crecen en los árboles… Y aunque yo también -como casi todo México-, estoy infartada de lo que nos costarán las elecciones de jueces, magistrados y ministros en junio próximo, esa es la bestialidad que ideó el oficialismo en el Poder Ejecutivo y que aprobó Regeneración Nacional en el Legislativo.
Trece mil millones de pesos; casi tanto como la graaan estafa maestra de SEGALMEX. Casi tanto como Dos Bocas. Casi como construir más de trece mil casas del INFONAVIT de un millón cada una, o muchos salones de clases, u hospitales, o comprar medicinas o tantas cosas que le urgen a nuestro país.
Más se insistió en el capricho. En la locura de pulverizar el servicio profesional de carrera judicial y ahora, pues, tendremos que apoquinar.
Uso el término “tendremos” porque se pagarán con nuestros impuestos como contribuyentes y/o con deuda, misma que tarde que temprano pagaremos, sí, con impuestos.
Estos pasados días pocas cosas me contrarían más de la dirigente del partido oficialista que escucharla echándole pleito al INE por el presupuesto anual federal que el órgano ha presentado al Congreso, cubriendo lo que estiman necesario para financiar las elecciones judiciales (solo me enfurece más escuchar que Luisa María miente sobre los amparos que concedió el Poder Judicial en favor de los ciudadanos que exigían ser vacunados contra el COVID y que la 4t se negaba a administrarles. Para variar, Alcalde sigue la escuela de la 4t y clama que la culpa de que mucha gente no se vacunara en épocas del COVID fue de la SCJN).
Molesta constatar que los legisladores de Morena aprobaron una reforma judicial que ¡ni siquiera leyeron! (Antes, cuando alguien mencionó que esa normativa estipulaba que se requerían cinco cartas de recomendación, las senadoras de Morena saltaron a la palestra a decir que eso no era cierto. Solo para enterarse, luego, de que efectivamente eso estipulaba la reforma…).
Lo anterior no quita que el INE también se dejó engañar por el Ejecutivo federal. Se plegó a sus designios y ahora al Instituto le ha tocado pagar por su tibieza. Sí, Claudia Sheinbaum -girando instrucciones al Legislativo-, está a punto de negarle al Instituto Electoral el presupuesto solicitado. Lo que es más, ahora le da al oficialismo la excusa perfecta para “comerse” todito el órgano electoral.
El INE va a desaparecer (en hechos ya desapareció su autonomía y su colegiado); pronto ya no quedará ni siquiera el cascarón.
Volvamos al reclamo de Alcalde: se enoja y dice que aprobar dicha presupuestación no es posible.
Hay que recordarle (1) que ya no es la titular de Gobernación; (2) que lo que no es posible es la desidia de Morena a la hora de legislar; (3) que tampoco es posible llevar a buen puerto el voto popular para elegir a los juristas; (4) que la renovación generacional sustentada en personas con poca preparación y poco calificadas en materia jurídica impuestas por el morenismo y Arturo Zaldívar, no debiera ser posible, ya no se diga adecuado.
Lo que se debió haber hecho era auditar adecuadamente los juzgados, quitar a los pocos jueces corruptos, y, tomando en cuenta experiencia, conocimiento y esfuerzo, fortalecer la carrera profesional en el Poder Judicial.
Unos comicios muy complejos cuestan; por supuesto que sí. ¿Pero saben qué cuesta más? Las pésimas decisiones. Lo peor de las que vienen es que todas las pagaremos nosotros. Primero el tiempo, en dinero, pero después en años.
En muchos años donde los jueces electos muestren su ignorancia, su desconocimiento o su rapiña para “pagar” sus campañas y a quien les haya ayudado a llegar…
Las elecciones no crecen en árboles. Alcalde siendo presidenta de un partido, habiendo participado en otras elecciones ya debería saberlo y no quejarse ahora del costo del capricho que decidieron convertir en ley.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
COLABORADOR
EEZ