En la elección de Estados Unidos el pueblo americano respaldó al candidato que entendió mejor las preocupaciones de la mayoría.
Mientras todas las encuestan mostraban que la economía, la migración y la seguridad eran los temas que moverían el voto, la candidata Harris hablaba de temas de la agenda más liberal del partido demócrata, como los derechos de las personas transgénero, o de temas poco tangibles como la defensa de la democracia.
Donald Trump entendió que los americanos están preocupados por el costo de la vida, la pérdida de empleos, la migración y la inseguridad, y dedicó su campaña a hablar de eso. Que lo hiciera a partir de exageraciones, con lenguaje grosero y divisivo, y con propuestas fuera de la realidad, no importó porque estuvo en sintonía con los miedos, preocupaciones y aspiraciones de una mayoría que se siente defraudada por los resultados del modelo de la globalización, y desdeñada por una clase política tradicional elitista y lejana.
Con el triunfo de Biden en 2020, esa clase política pensó que después de la presidencia de Trump, el electorado había “recapacitado” y en 2024 respaldaría la candidatura demócrata ante un Trump más extremo. Leyeron mal, confirmando que los políticos y partidos tradicionales están lejos de la realidad que perciben los votantes, a quienes persisten en querer “educar”.
Algo similar ocurrió en México con el triunfo de AMLO y el de la presidenta Sheinbaum. Una mayoría cada vez más grande ha repudiado a las elites tradicionales en favor de un proyecto populista que ha sabido conectar con las emociones de un electorado cansado de una realidad que no mejora, y de representantes que parecen indiferentes ante esa realidad.
No sorprende que aquí y allá hayan ganado abrumadoramente los que hablan para y como la gente común. Esas mayorías tienen necesidades cotidianas para las que exigen respuestas inmediatas, y están cansadas de explicaciones expertas de porqué lo que piensan, sienten o creen es incorrecto.
En la retórica y promesas populistas han encontrado validación y dignificación. El asunto es cómo podrán dos gobiernos populistas cumplir con las altas expectativas de esas mayorías, cuando la realidad y los problemas son tan complejos.
Dos gobiernos de corte similar iniciarán una nueva y difícil etapa en la relación bilateral.
México tiene grandes retos en materia económica, comercial, de seguridad, migración, combate al narcotráfico y la corrupción, a los que hay que agregar un presidente Trump, que hoy tendrá menos frenos y contrapesos.
CUMULONIMBUS. "El populismo es el signo de nuestra era… Es la denuncia más profunda de las frustraciones de nuestra época", JesúsSilva -Herzog Márquez.
POR BOSCO DE LA VEGA
COLABORADOR
@BOSCODELAV
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