Los próximos días serán decisivos para el futuro de México y del mundo. El martes 5 de noviembre se conocerá quien será el o la próxima presidente(a) de los EUA. Aquí, en México, se dará la votación del pleno de la SCJN con relación a la pretendida reforma al Poder Judicial. La semana siguiente será muy intensa.
En ciertos sectores de nuestro país y de Estados Unidos se percibe una “calma chicha”, como dicen los navegantes, esa que antecede a las peores tormentas. La invalidación (parcial o total) de la reforma judicial marcará definitivamente el rumbo de México. Exactamente lo mismo que se juegan también, en esa fecha, nuestros vecinos del norte. Las cosas pintan mal
Me atrevo a decir que Trump es un peligro para la democracia en el mundo y que su gobierno será un gobierno lleno de odio, resentimiento, ocurrencias y deseos de venganza más que de otra cosa. El expresidente republicano no quiere en su país a los migrantes y dice claro y fuerte que ellos “han envenenado la sangre de los estadounidenses”. En sus eventos ha humillado y denostado a los puertorriqueños al permitir que uno de sus seguidores hable de esa nación caribeña como una “isla de basura en medio del Océano Atlántico”. Racista, homófobo, misógino y, más aún, un hombre que ha recibido imputaciones penales por casi una centena de delitos. Ese es el señor que tiene posibilidades de convertirse de nuevo en presidente de EUA. Asombroso, parte del voto latino podría darle su apoyo. Como en el caso de Hitler y Mussolini los pueblos a menudo votan por sus verdugos.
Para México, el triunfo de este nefasto personaje tendría efectos aún más complicados que si triunfaran los demócratas. El esposo de Melania podría disminuir o de menos estancar la inversión extranjera directa. Conocemos bien, ya lo vivimos, sus amenazas de imponer desmedidos aranceles a las importaciones que se hagan desde México (por ejemplo, en el sector automotriz), lo que impactaría indefectiblemente en el crecimiento, ya muy mermado de nuestro PIB. Desde luego cabe también la posibilidad de “renegociar” o de plano cancelar el T-MEC. Esto para no hablar del principal problema humanitario y económico que vivimos y que puede empeorar: el tema migratorio, dado el desprecio de los trumpistas por los extranjeros.
Para complicar aún más las cosas, la decisión que tomen los ministros en la SCJN sobre la reforma al PJ le daría certificación a la crisis constitucional que estamos viviendo y aumentaría la incertidumbre para las posibles inversiones de capitales privados o extranjeros. O sea, entre lo que suceda aquí y allá saldrá “junto con pegado”, como diría mi abuelita. Parece que todo podría empeorar.
Más allá de lo económico o comercial, en el fondo lo que preocupa más y que se da en ambas naciones unidas por más de tres mil kilómetros de frontera, es una crisis en las libertades, los derechos humanos, el respeto a la ley, en resumen, de sus democracias.
Está muy cercano el 5 de noviembre de este año tan complejo, se anuncia lo que yo llamo “la hora de la verdad”. Que los dioses nos agarren confesados.
POR TERE VALE
COLABORADORA
@TEREVALEMX
PAL