COLUMNA INVITADA

¿Mandato del pueblo?

Una salida fácil a cuestionamientos sobre la malhadada ‘reforma judicial’ es que el pueblo así lo quiso. Ni lo quiso, ni lo merece.

OPINIÓN

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Cecilia Romero / Colaboradora / Opinión El Heraldo de México
Cecilia Romero / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En su famoso discurso ‘The Gettysburg Address’ en 1863, Abraham Lincoln definió a la democracia como ‘el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’.  En esa frase están sustentadas las leyes de los países y en ella se concentra el trabajo de los gobernantes.  Esta frase, símbolo de la democracia moderna, rige el comportamiento de la sociedad y su relación con el gobierno.

La primera obligación de todo gobernante es mirar por el bien del pueblo, organizar la administración pública de tal manera que el pueblo reciba bienes y servicios sin trabas, es velar por la seguridad y gestionar ‘el conjunto de bienes tangibles e intangibles que permiten que cada persona pueda avanzar hacia su perfeccionamiento’, es decir, el bien común.

La expresión pueblo puede ser definida como ‘todo grupo de personas que constituyen una comunidad u otro grupo en virtud de una cultura, religión o elemento similar comunes’.

En la actualidad, ‘pueblo’ y ‘sociedad’ pueden ser sinónimos, ya que sociedad se entiende como ‘conjunto de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes’.

Efectivamente la expresión acuñada por Lincoln define con claridad la misión primigenia de todo gobierno.  El pueblo – la sociedad – es el objeto fundamental de su existencia y es obligación de todo gobernante organizar sus proyectos considerando el bien común que pueda obtener para el pueblo.

El pueblo – la sociedad – constituye la totalidad de las personas que conviven en un mismo espacio, y cada una de ellas es sujeta de escucha y atención.  Quienes coinciden con los gobernantes y quienes no lo hacen tienen el mismo derecho de expresar su voluntad y su aportación, y el gobernante debe ser atento escucha de todos, quienes forman mayoría y aquellos que están en minoría.

Utilizar el ‘mandato del pueblo’, adjudicando a éste decisiones tomadas en un escritorio o en una mala noche, es manipulación. Considerar la respuesta a mano alzada en un mitin de campaña como ‘mandato del pueblo’ es mentira.  Pregonar que el pueblo ha exigido que se elija a los jueces por voto popular es demagogia.  Utilizar al pueblo para imponer reformas inconcebibles en una democracia es traicionar al pueblo.

La sociedad exige justicia, seguridad, servicios, orden.  Los mexicanos queremos paz y oportunidades.  El pueblo de México quiere gobernantes probos, firmes, eficientes, verticales.  El gobierno debe velar porque prime el Estado de Derecho y que tenga frutos tangibles en bienes públicos para todos.

El gobernante debe saber interpretar las peticiones populares y transformarlas en leyes y políticas públicas que respondan a sus necesidades.  Y también debe actuar con responsabilidad respecto de las peticiones, considerando beneficios, presupuesto, utilidad pública, impacto medioambiental y financiero.

Una salida fácil a cuestionamientos sobre la malhadada ‘reforma judicial’ es que el pueblo así lo quiso. 

Ni lo quiso, ni lo merece.

POR CECILIA ROMERO CASTILLO

COLABORADORA

@CECILIAROMEROC

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