MUJERES EN LA HISTORIA

Rachel Carson

Desde niña se sintió atraída por la naturaleza y, acompañada por Candy, su perro, exploró hasta el cansancio la granja familiar en Pensilvania. Miraba embobada a los pájaros, a las mariposas y a los peces que nadaban por el río

OPINIÓN

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Gerardo Laveaga / Mujeres En la Historia / Opinión El Heraldo de México
Gerardo Laveaga / Mujeres En la Historia / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Si tuviera que elegir entre los cinco libros más influyentes del siglo XX, no dudaría en incluir Primavera silenciosa, de Rachel Carson (1907-1964), la bióloga marina estadounidense que, con este texto, dio el banderazo de salida al ecologismo.

Es cierto que ya se habían tomado acciones para proteger el medio ambiente, pero fue el libro de Carson el que detonó la conciencia ecológica en Estados Unidos y en el mundo entero. Más aún, comprometió a cada lector a tomar acciones contra la destrucción de nuestro entorno.

Desde niña se sintió atraída por la naturaleza y, acompañada por Candy, su perro, exploró hasta el cansancio la granja familiar en Pensilvania. Miraba embobada a los pájaros, a las mariposas y a los peces que nadaban por el río. Mientras su madre se negaba a matar insectos que hallaba en casa -los sacaba sin dañarlos-, su padre le compró libros la lectura, los cuales incentivaron su otra vocación: la de escritora. Entre otros, leyó los de Peter Rabbit, cuya lectura la indujo a pedir a su hermano que dejara de cazar conejos.

Al decidir estudiar biología en la Universidad Johns Hopkins, no renunció a la literatura: simplemente la incorporó a su visión del mundo. Sus logros profesionales, así, fueron resultados de su preparación técnica, de su compromiso con la naturaleza… y de sus notables destrezas como comunicadora.

Lo que comenzó con cuentos infantiles en el St Nicholas magazine, la llevó a convertirse en la editora de las publicaciones del Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS) de Estados Unidos. Tras su éxito con su libro El mar que nos rodea, que le mereció el National Book Award (1952), pudo darse el lujo de renunciar a este empleo y a seguir escribiendo sobre mares y océanos. 

Tuvo tal éxito con sus libros, que fue contratada para investigar los efectos de los pesticidas. Particularmente, del DDT. Sus descubrimientos resultaron estremecedores. Como era de esperarse, fue demonizada por empresas como Union Carbide, Du Pont, Mobil y Shell. La acusaron de ser una solterona sin hijos, que pretendía volver al mundo de las cavernas. “El DDT ha salvado la agricultura”, clamaron sus enemigos. Fueron tan duros con ella, que uno imaginaría que se trataba de una guerrillera violentísima. Quien hubiera visto a esta apacible cincuentona no había dado crédito.

Pero el DDT y los más de diez mil pesticidas registrados en el Departamento de Agricultura de E.U.A. estaban envenenando la vida silvestre, matando abejas, aves y peces. Contaminaban la carne de las vacas. “No son insecticidas” declaró Carson: “son biocidas”.

Muchos científicos cerraron filas en torno a Carson y el Congreso acabó por confirmar el diagnóstico de esta mujer. Se exhibió la malicia de algunas grandes compañías y se prohibieron cientos de sus productos. 

Carson murió de cáncer y, tras su muerte, se inauguró la Agencia de Protección Ambiental, una forma de hacer contrapeso al Departamento de Agricultura. Ella se convirtió en símbolo de lucha para todos los activistas ambientales del mundo.

POR GERARDO LAVEAGA

PROFESOR DEL ITAM

@GLAVEAGA

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