CON VALOR Y CON VERDAD

La igualadora, la gran niveladora

Hoy en esta columna matamos a la política, que muchas veces nos mata a nosotros

OPINIÓN

·
Gustavo Rentería / Con valor y con verdad / Opinión El Heraldo de México
Gustavo Rentería / Con valor y con verdad / Opinión El Heraldo de México Créditos: El Heraldo de México

Este fin de semana recordaremos a nuestros muertos. En Asia, hablar de cuando se acabó la vida de alguien o que algún día se nos acabará, es de pésimo gusto. Aquí, claro que le tememos a ese día, pero nos burlamos de ella, para evadirla.

La obra maestra de Octavio Paz, “El Laberinto de la Soledad”, publicada en 1950, está más vigente que nunca. En ese ensayo que explora cómo somos los mexicanos, nos describe bien: no vemos a la “calaca” lejana o abstracta, sino cercana y hasta familiar.

Hablar de la muerte en México es algo cotidiano. Mezclamos el humor negro y la resignación, y es común decirnos, te voy a matar si haces eso, este gobierno nos matará, atrévete y te mato… Claro, cuando nos escuchan los extranjeros, primero se espantan, después entienden nuestro juego local.

¡Cómo seremos que hacemos con el recuerdo de los muertos una gran fiesta! Paz decía que la muerte es un acto de liberación y trascendencia, y catalogaba a los que se iban de héroes. Por eso, explicaba el gran escritor, que el Día de los Muertos, nos quitamos las restricciones de la vida diaria, permitiéndonos convivir con nuestros ancestros y reflexionar de manera común ante algo inevitable, la muerte.

Hoy en esta columna matamos a la política, que muchas veces nos mata a nosotros

Pero donde atinó mejor Paz fue en ver a la muerte como la gran niveladora. Así es, el final de la vida es la gran “igualadora social de los mexicanos”, porque ahí van ricos y pobres, pudientes y carentes. El status que nos caracteriza al momento de que “nos jalan la pata” no sirve de nada.

Don Octavio profundiza en ese texto universal en cómo la cultura mexicana integra la muerte con la vida, no como un fin absoluto, sino como una fase más de un ciclo eterno. Pero lo más destacado para los críticos literarios, es cómo el autor describe la muerte como un tema recurrente y tratado con cierta frivolidad, pero explica que por el gran miedo que le tenemos.

La manera en como los mexicanos nos relacionamos con nuestro “último respiro” nos identifica como parte de una misma cultura mestiza. La muerte, en lugar de ser un tabú o un tema a evitar, es una parte integral de nuestro pueblo, y claro, nos enseñaron a vivir con la conciencia de nuestra propia mortalidad, pero también a celebrar la vida con gran intensidad.

La relación de México con la muerte es un reflejo de nuestra identidad: fuente de humor, sabiduría y gran celebración.

Comeremos pan de muerto y calaveras de azúcar o chocolate. Se colocarán altares por doquier y no tardan en publicarse las calaveritas literarias. Algunos se pintarán la cara de catrinas y disfrutaremos del color radiante de las flores de cempasúchil.

Hoy en esta columna matamos a la política, que muchas veces nos mata a nosotros. Mejor, recordemos a los que nos antecedieron, y pensemos si estamos haciendo lo correcto, rumbo a ese día inevitable, cuando dejemos de respirar.

COLOFÓN:

+En 2027 elegiremos a 500 diputados y estarán en juego 15 gubernaturas.

+Sinaloa y Guerrero se antojan las dos entidades más complejas para la competencia electoral.

+¿Qué está haciendo la oposición para la elección intermedia? Nada.

POR GUSTAVO RENTERÍA 

COLABORADOR

GUSTAVO@GUSARTELECOM.COM.MX 

@GUSTAVORENTERIA

PAL