DEFINICIONES

Indigna

Al frente de la CNDH hay una estatua. Una piedra que no se inmuta. Y una roca que obstaculiza el camino de los derechos humanos

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de México
Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Rosario Piedra Ibarra no tiene nada que hacer al frente de la CNDH. Mucho menos tiene argumentos para reelegirse para un nuevo periodo, cinco años más.

Llegó de manera ilegítima al cargo, ya en funciones debía legitimarse, pero no lo hizo. Desdibujó a la Comisión, que brilló por su ausencia ante señalamientos y denuncias de violación a los derechos humanos.

Nada dijo de las masacres ocurridas durante el sexenio de López Obrador, ni sobre los reclamos de miles de padres de niños con cáncer por falta de medicamentos. Ni una palabra sobre los asesinatos de migrantes y las condiciones indignas en que son tratados, ni tampoco sobre el desabasto de medicinas.

De las más de 3 mil 400 quejas contra la Guardia Nacional y Sedena, por ejemplo, en el 99% de los casos no hubo recomendación. La CNDH fue omisa.

¿De qué sirve una Comisión que no solo no está cerca de las víctimas, sino que les da la espalda?

¿A quién sirve una presidenta de la CNDH que llegó sin legitimidad y no trabajó para construirla, sino para confirmarse ilegítima?

Piedra Ibarra fue impuesta, no reunió la mayoría calificada en el Senado y hubo trampa en su votación. Todos fuimos testigos del quórum y del número de votos que obtuvo (76, de 116 senadores que votaron), pero aun así ella tomó la decisión de ocupar la posición.

En el correr de los años en el cargo dejó en claro a quién respondió, y no, no fue a las víctimas. ¿Por qué no apareció para condenar atrocidades ni tragedias, mucho menos para acompañar a quienes sufrieron abusos? Porque era una pieza del ajedrez del gobierno lopezobradorista.

Ni una palabra sobre la abusos y excesos.

¿Alguien vio a Rosario Piedra Ibarra trabajando? Sus apariciones se limitaron a eventos protocolarios. Dos veces le renunció el Consejo Consultivo.

Si su designación fue vergonzosa, su actuar no lo es menos. 

Piedra Ibarra ya estaba marcada, y su camino a la CNDH manchado. En el cargo debía mostrar la legitimidad que se extravió en el proceso, pero lejos de hacerlo ha corroborado las dudas sobre su imposición. Con su inacción, confirma las sospechas que acompañaron su nombramiento: llegó para estar frente a una CNDH omisa, que calla frente a los abusos y no está del lado de las víctimas.

Al frente de la CNDH hay, desde hace casi cinco años, una estatua. Una piedra que no se inmuta. Y una roca que obstaculiza el camino de los derechos humanos. Por eso no merece que la actual titular tenga un segundo periodo. La presidenta Claudia Sheinbaum requiere un mejor acompañamiento. México necesita una mejor CNDH.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN    

M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM                                    

@MLOPEZSANMARTIN

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