El Doctor Patán estuvo a nada de sufrir un infarto cerebral por el susto.
De pronto, en las redes se empezó a leer que el Partido Verde, que ha sido un aliado importantísimo para la consolidación de la izquierda, se negaba a ir con Morena en su última iniciativa, la que presentó el compañero Adán Augusto, según la cual si nosotros metemos una reforma a la Constitución, es como si la reforma se convirtiera en la palabra de Alá: quedará en letras de molde hasta el final de los tiempos, igual que nuestro movimiento en el poder, y se le acatará sin chistar.
“¡Qué desilusión con el Verde!”, me dije en ese momento. Ojo: yo, como tantos, tuve en el pasado dudas muy serias con el partido del tucán, que lo mismo se veía metido en escándalos por la teórica venta de áreas protegidas para armar hoteles, que por supuestas exigencias de sobornos, que por fiestas con finales de nota roja, que por visitas al Torito a cuento de unos fogonazos de tequila. Sobre todo, las dudas venían de lo que muchos tomábamos por un chapulineo descarado.
Recordemos que llegó al poder aliado tanto con el PRI como con el PAN. Ahora sabemos que en realidad estaba en un periodo de ajuste ideológico, un ensayo y error, a la manera de Manolito Espino, que pasó del Yunque, a la socialdemocracia, a la democracia popular; o que el prócer Yunes, que hizo el recorrido PRI-PAN antes de votar con Morena; o que un par de perredistas de la última hora, recordarán, en el Senado; o que, faltaba más, el propio doctor Monreal, constitucionalista egregio y lector voraz al que solo le falta el blanquiazul en el curriculum: ya dignificó al PRI, al PRD, a Movimiento Ciudadano y, finalmente, a Morena.
De ahí la desilusión. “¿La epifanía ideológica era falsa?”, me pregunté con el alma en un puño. Afortunadamente, estaba equivocado.
Sí, el Verde es ya parte de la cuarta transformación de la vida pública, que, como dijo el Presidente Eterno López Obrador (PELO), es, ante todo, una revolución de las conciencias.
Una sublevación moral contra el neoliberalismo. Un hemos dicho basta. Y lo es con una gran generosidad y un gran sentido de la solidaridad y de la democracia popular. Los que pensaban que ese partido era un mero negocio, una cofradía de cinicazos, se estarán mordiendo la lengua.
¿Recuerdan el altruismo con que cedieron 15 diputados a Morena para alcanzar la mayoría absoluta? ¿En qué mundo han visto que un partido “ceda” sus diputados a otro? Era un aviso. La mano mágica del PELO, que moraliza cuanto toca, cambió para siempre al Verde.
Por eso, hace un par de días, cuando salió el comunicado al que su doctor se refiere al principio de esta columna, la dirigencia, dignísima, se apresuró a aclarar que: “Apoyamos y seguiremos apoyando todo proyecto de la Dra. Claudia Sheinbaum y la Cuarta Transformación”.
Fiu.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
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