Esta semana tendrá lugar en Cali, Colombia, la 16 Conferencia de los estados parte del Convenio sobre Diversidad Biológica, conocida como la COP16. Es una de las tres conferencias internacionales más importantes que se celebran este año.
Participarán los 196 estados que han ratificado el Convenio (adoptado en1992), incluyendo a México, y representantes de organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil, redes de científicos, activistas ambientales y organizaciones del sector privado. En total, más de 14 mil personas se han registrado para participar.
La eliminación de la biodiversidad significa la destrucción de un planeta habitable. Es el resultado de la sobreexplotación de los recursos naturales, el cambio climático acelerado, y la contaminación (mares, bosques, selvas, ríos, lagos, y la atmósfera).
Es una amenaza real a la sobrevivencia de nuestra especie, acostumbrada a extraer recursos naturales a una velocidad mucho mayor de la capacidad del planeta para reponerlos. Junto con el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad es una amenaza existencial porque los ecosistemas proporcionan servicios esenciales para la vida: la purificación del aire y del agua, la polinización de los cultivos, la regulación del clima, y la provisión de alimentos y medicamentos. La seguridad alimentaria global, y la preservación de un clima estable dependen de la preservación de la biodiversidad.
Los datos alarmantes están ahí para quien quiera verlos. Según el Informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción en las próximas décadas, a menos que se tomen medidas drásticas de preservación. De acuerdo con el Informe Living Planet Report, publicado este año, hay una grave disminución del 73 por ciento de las especies vertebradas desde 1970. Podríamos estar acercándonos a “puntos de inflexión ecológicos” en que los cambios serán irreversibles, lo que provocará colapsos masivos de ecosistemas que afectarán la supervivencia de la humanidad. https://www.worldwildlife.org/publications/2024-living-planet-report
Afortunadamente, la cita en Cali no empezará de cero. La Conferencia anterior, la COP 15, celebrada hace dos años, aprobó el “Marco Global de Biodiversidad”, que contiene importantes compromisos hacia 2030, como: proteger el 30% de las áreas terrestres, aguas continentales y marinas del planeta (actualmente, menos del 17% de las áreas terrestres y el 10% de las áreas marinas están protegidas); restaurar al menos el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos degradados; reducir a la mitad el riesgo de extinción de especies, protegiendo sus hábitats naturales; reducir la contaminación por nutrientes, pesticidas y plásticos; promover el uso sostenible y equitativo de los recursos naturales; reafirmar los derechos de las comunidades indígenas y locales en la protección de la biodiversidad, así como el compromiso de movilización de recursos financieros, al menos 200 mil millones de dólares anuales (provenientes de fuentes públicas y privadas), y aumentar la financiación para los países en desarrollo hasta 30 mil millones de dólares anuales.
La tarea principal de la COP16 será avanzar en la implementación efectiva del Marco Global de Biodiversidad, lo que implica superar obstáculos considerables. En primer lugar, para muchos países su prioridad inmediata sigue siendo promover el crecimiento económico y reducir la pobreza. Desafortunadamente, para lograr este crecimiento, continúan dependiendo de industrias extractivas o de sistemas de agricultura intensiva. Encontrar el balance adecuado entre protección y crecimiento económico es un enorme desafío. En la mayoría de los países hacer la transición hacia modelos de crecimiento económico no extractivos es un reto aún mayor.
En segundo lugar, el éxito de Cali dependerá de su capacidad para generar confianza entre países desarrollados y las naciones de medianos y bajos ingresos, que se reflejen en nuevos mecanismos que generen flujos de financiamiento para proyectos de conservación. La confianza es indispensable para establecer mecanismos vinculantes y sistemas de seguimiento que incentiven que los compromisos asumidos se traduzcan en acciones concretas.
En los últimos dos años los esfuerzos para financiar la biodiversidad han aumentado, pero están muy lejos de cumplir con los objetivos establecidos. En 2022, se movilizaron alrededor de $15,4 mil millones en fondos para biodiversidad, muy por debajo de la meta de los 200 mil millones de dólares anuales que se espera alcanzar hacia 2030. Para cumplir con las metas de financiamiento, los países desarrollados acordaron aumentar sus contribuciones a los países en desarrollo hasta llegar a 20 mil millones de dólares anuales para 2025, y 30 mil millones hacia 2030.
Una buena noticia es que el Global Biodiversity Framework Fund (GBFF), creado el año pasado, gestionado por el Global Environment Facility (GEF) del Banco Mundial, ha comenzado a operar.
Sin embargo, hasta el presente mes, solamente había otorgado préstamos por 195 millones de dólares para proyectos en países en desarrollo. No se aprecia hasta ahora una voluntad clara de movilizar los recursos necesarios para salvar al planeta. ¿Pero qué tal continúa aumentando, sin pausa, el gasto en armamentos en todas las regiones del mundo?
Para la Guerra, sí hay recursos.
POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS ES DIPLOMÁTICO DE CARRERA Y PROFESOR DEL TEC DE MONTERREY
@MIGUELRCABANAS
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