Con poco más de dos siglos de vida “independiente”, las comillas se justifican por los jaloneos propios de las intervenciones militares extranjeras y la dependencia económica, México se la ha pasado batallando por construir y defender su soberanía. Sin que hasta la fecha se haya podido establecer un proyecto nacional reconocido y respaldado por todos los sectores sociales. Somos una unidad de lo diverso que no se reconoce como tal, y que en consecuencia combate y soslaya las diversidades que la integran, teniendo en su cultura política fuertes componentes racistas, sexistas, clasistas e integristas autoritarios. Señas de identidad, modos de ser, que ejercemos en la vida cotidiana, ya sea que ignoramos su existencia, fingimos que no existen o de plano nos ufanamos de vivir a la altura de nuestros prejuicios.
Los presidentes no se diferencian del conjunto de la población; atienden sus filias y sus fobias y se empeñan más en forjar su propia peculiaridad que en postular un interés general que incorpore las convicciones de las minorías, sean étnicas, ideológicas, de preferencia y orientación sexual, entre otras. En lo que sí se distinguen los titulares del Poder Ejecutivo (municipal, estatal, federal) de los simples mortales, es en que no se equivocan, lo incontrovertible de sus decisiones pareciera una calca del dogma de la infalibilidad pontificia, promulgada tan tarde como el 18 de julio de 1870 por Pío IX: “Constitución Pastor Aeternus”. Si bien en lo que hace al narcisismo de los mandatarios uno juraría que se dicen unos a otros “quítate que allí te voy”, Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) ocupa un lugar destacadísimo. Enlistemos algunos de los claroscuros de este hijo de Luis Calderón Vega (1911-1989), correo cristero, cofundador del PAN en 1939 y quien renunció a sus filas en 1981, justo cuando su vástago ingresó.
Segundo presidente de la República emanado del PAN, tras Vicente Fox Quesada de quien no era su candidato predilecto, ya que favorecía a Santiago Creel Miranda. El resultado electoral, un mínimo de 0.58% (243,934 votos), desató un conflicto con Andrés Manuel López Obrador, del PRD. Al calificar la criminalidad de “insostenible”, implementó la “Estrategia Nacional de Seguridad”, declarando la guerra contra el narcotráfico, involucrando al Ejército y la Armada de México como protagonistas, dando inicio la militarización de la seguridad pública. Incrementó los cuerpos policiacos y reformó el Código Penal, promoviendo los juicios orales. Al cierre de 2006 la deuda externa total de México alcanzaba los 117,506 millones de dólares, mientras que a junio de 2011 el monto ascendió a 225,935 millones de dólares, incrementándose 92%. Se acumularon reservas internacionales hasta por 159.8 mil millones de dólares, así como una Línea de Crédito Flexible contratada desde enero de 2011 con el Fondo Monetario Internacional hasta por 73 mil millones de dólares. En el sexenio se obtuvieron ingresos totales de 545,496 millones de dólares por la comercialización de 5,891.10 millones de barriles, a un precio altísimo de 92.56 dólares por cada tambo de cerca de 160 litros (42 galones). En 2009 extinguió por decreto el organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro. En materia de ingresos tributarios amplió la base de contribuyentes, de 23.9 millones en 2007 a 37.5 millones en 2012. Instauró programas asistenciales, Oportunidades y Apoyo Alimentario, para beneficio de los sectores más vulnerables. El combate bélico al crimen organizado dejó un saldo de 121 mil 683 muertes violentas, de acuerdo con cifras oficiales del Inegi. La economía creció 1.9% en promedio anual durante el sexenio.
Irreflexivo, mecha corta, obcecado y mitómano —rasgos gemelos a los de AMLO—, Felipe Calderón Hinojosa demuestra que al preceptista Diego de Saavedra Fajardo le asiste la razón cuando afirma: “La virtud se cansa de merecer y esperar”. ¿Hasta cuándo?
POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR