COLUMNA INVITADA

Cuando la IA reescribe la historia

Hace poco tuve el desafortunado encuentro con un video hecho con inteligencia artificial que afirmaba explicar cómo se construyeron las pirámides de Egipto

OPINIÓN

·
Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hace poco tuve el desafortunado encuentro con un video hecho con inteligencia artificial que afirmaba explicar cómo se construyeron las pirámides de Egipto. Supuestamente recreaba a los antiguos egipcios realizando tal labor, una especie de “aproximación histórica”, si es que se le puede llamar así. El video mostraba gigantes, y la verdad es que, incluso sin ellos, el contenido era bastante cuestionable.

No obstante, eso no evitó que más de un aficionado a la IA dijera que tal tecnología sería el futuro de las explicaciones históricas. Claro que, desde una mirada crítica, estos videos e imágenes generativas carecen de fundamentos históricos, pero eso no quita que hayan entrado en el panorama de la representación del pasado, por más errónea que sea.

Este fenómeno nos invita a cuestionar tal contenido y, al mismo tiempo, a reflexionar sobre cómo la nueva tecnología se estará relacionando con el entendimiento de la historia. ¿Qué bases de datos del pasado están utilizando? ¿Cuál es el nivel de su narrativa histórica? 

En la actualidad se encuentran en una etapa muy temprana, en donde las inconsistencias y los errores son fáciles de detectar, pero eso no quita que en un futuro las imágenes generativas se valgan de mejores técnicas para vender una realidad creíble del pasado. Parecería que la proliferación de imágenes y vídeos generativos en las redes sociales nos empuja a la labor de verificadores de hechos, de asegurar que la narrativa histórica que aparezca en imágenes e incluso en modelos de lenguaje como ChatGPT sea al menos congruente con las fuentes del pasado.

A las y los historiadores no nos gusta que nuestra disciplina sea erróneamente reducida a la verificación de datos históricos; sin embargo, la aceleración informativa que tanto caracteriza a esta sociedad nos demanda nuestro tiempo libre para ello. Sobre todo, porque no somos indiferentes cuando vemos errores o inexactitudes, en la producción histórica.

También es cierto, y retomo al teórico de la historia Keith Jenkins, que el pasado no es un monopolio que nos pertenece a las y los historiadores. Aunque sí deberíamos preguntarnos qué tanto estamos dispuestos a compartir el pasado con una tecnología que no ofrece fuentes. No sabemos qué evidencia utiliza la IA para hacer sus imágenes históricas.

No pretendo negar las ventajas que ofrecen estas nuevas herramientas en el quehacer de la historia. La verdad es que pueden ser muy útiles; por ejemplo, creo que tienen un gran potencial en la transcripción de documentos. No obstante, su existencia y la posibilidad de crear contenido del pasado nos hace reflexionar sobre la disciplina en ahora y el mañana.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

MAAZ